Querido S:
Pretendía
hablaros de mis vacaciones, o de la ocurrencias del Príncipe, es decir este
tenía que ser de nuevo un post alegre o no tan triste, tal vez lo sea menos que
el anterior o tal vez más. El caso es que suelo pasar a menudo por la casa
familiar, que cerramos no hace mucho, ha estado varias semanas vacía, alguna
vez me he atrevido a subir, sin que nadie lo supiera, y era una sensación
triste, ese lugar ha sido durante casi cincuenta años escenario de tristezas y
alegrías de llantos y de risas. En general, por fortuna, de más ratos buenos
que malos. La familia que vivió allí, nosotros, ya no existe, miraba a esa casa desde fuera, estaba oscura, triste, o en verdad el que
estaba triste y desolado era yo.
Pero
hace unos pocos días, por fin han llegado unos nuevos inquilinos, a los que veo
como intrusos, pensando de forma egoísta. Pero quiero pensar como dice mi amigo
el Viejo Lobo, quien suele tener razón, que quienes ahora están allí, empiezan
una nueva vida, una nueva historia, algo que se inicia. A mí me resulta duro
mirar hacia arriba y ver a extraños allí, sin embargo siento una alegre
tristeza, os pido disculpas por el oximoron,
pero es así. Los nuevos inquilinos han pintado el piso, vuelve a haber algo,
es posible que alegría, supongo que mis padres estarán satisfechos de ver que
donde ellos crearon una familia, una vida, vuelva a germinar otra. Pero aún
así, os ruego que lo entendáis, sigo sintiendo una íntima amargura, que aún así
no me impide pasar cerca de lo que fue mi antigua casa a la menor oportunidad,
aunque mi corazón se agite, mi piel se estremezca y tenga que apretar los
dientes para no llorar.
De
nuevo termino de escribir con los ojos húmedos, pensando en ellos, y sintiendo
más su falta cada día que pasa, porque
su ausencia me hace extrañar más que nunca el verdadero cariño.
Seguid
con salud.
Saludos.
E.
1 comentario:
Un abrazo.
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