jueves, 22 de octubre de 2015

LAS AUSENCIAS.

Querido S:

Como sabéis, hemos sufrido una triste y dolorosa pérdida no hace mucho. Es ley de vida, la muerte, porque hay que llamar a las cosas por su nombre, nos ha puesto ante una serie de sentimientos, difíciles de enumerar, tristeza, angustia, desarraigo, por eso lloramos en silencio, porque esa tristeza es nuestra y tenemos la sensibilidad a flor de piel. Pero esta pérdida nos ha recordado otras, se unen en nuestros sentimientos las pérdidas de los padres aunque haya distancia entre ambas. Tenemos miedo a la muerte, pero también a la vida sin ellos, el núcleo familiar ha desaparecido y nosotros no hemos conseguido crear otro. Pero los echamos de menos, los extrañamos, su falta supone que cada día sea una aventura, tenemos miedo al desasosiego, a no sabernos adaptar a esta nueva situación.

Pensamos en ellos diariamente, especialmente en ella porque ha sido la última en irse, en por qué no les dijimos “te quiero”, o “perdóname”, o “gracias” en el momento oportuno, queremos pensar, que ellos en su enorme sabiduría sabían interpretar en nuestros actos estas palabras. También pensamos y nos martillea en la cabeza, que la ausencia de la madre, fue como un sacrificio hacia nosotros, antes de que su deterioro se hiciera más patente, fue su ultima muestra de amor hacia sus hijos, inmolarse por nosotros, no ser una carga, darnos la oportunidad de iniciar una nueva vida, en la que no hubiera obstáculos, pero tampoco excusas. Me veo llorando y vulnerable, por su falta. Esas ausencias hacen que aunque estamos en el mismo escenario, no sea igual porque faltan ellos.

Queremos pensar que nos protegen, y así lo sentimos, por momentos eso nos da confianza incluso nos reconforta, pero tenemos un sentimiento de culpabilidad por su falta, por no habernos podido despedir de ella , pero como os he comentado, es posible, que todo fuera premeditado, que esto fuese lo que ella quería, lo que siempre quiso, es decir lo mejor para los suyos. Me siento torpe, por no haberla entendido todo lo que hubiera sido necesario, y culpable por haber dejado cabalgar mis caballos salvajes hacia ella, ahora ya no hay remedio, aunque siento que ella desde donde esté me perdona. Como Vuecencia habrá reparado esta carta no es más que un enorme llanto, de alguien que no esta pidiendo socorro, sino que simplemente quiere desahogarse, vaciar gran parte de su pena, por la ausencia de los padres simbolizado en la muerte de una madre. Los recuerdo cada día, estoy desamparado, y los extraño, espero y deseo que las lágrimas me ayuden en este momento, estoy seguro que vuestro apoyo también.

                                       Un beso.

Saludos E.


4 comentarios:

El Viejo Lobo dijo...

Un abrazo amigo, para empezar.
Entendiendo su situación y el momento tan difícil que está usted pasando. No va a servir de nada y no es quizá el momento. Pero no puedo morderme la lengua.
La culpa es el sentimiento más execrable que puede tener un ser humano. Ya decía el maestro Spinoza: el que se arrepiente es doblemente miserable. O como dice Fernando Savater: la vida está para tomar decisiones, unas acertadas y otras no tanto. Es evidente que todos alguna vez nos equivocamos, pero sentirse culpable de lo que hicimos y de lo que no hicimos no conduce a nada bueno. Piénselo!

Y para terminar otro abrazo.




Anónimo dijo...

Hola Viejo Lobo
Ante todo decirte que siento profundamente la ausencia de su madre.
Le diré que es una situación muy delicada, pero estoy convencida que lo superara, yo pase por algo
similar.
Es imposible no llevarla en mi pensamiento, me imagino que a usted le pasará lo mismo.
No renuncie a ella y disfrútala en su corazón
Mucho ánimo
Y un sincero abrazo


El último de Filipinas dijo...

Los que todavía no hemos pasado por eso, pero que lo esperamos resignados, nos quedamos acongojados leyendo tu texto y viendo lo que nos espera. Pedimos fortaleza y consuelo para ti.

Anónimo dijo...

Buenas noche Francotirador.
Decirle que su blog me ha conmocionado.
Realmente me siento muy identificado con usted.
Mucho ánimo