Querido
S:
Como
sabéis, hemos sufrido una triste y dolorosa pérdida no hace mucho.
Es ley de vida, la muerte, porque hay que llamar a las cosas por su
nombre, nos ha puesto ante una serie de sentimientos, difíciles de
enumerar, tristeza, angustia, desarraigo, por eso lloramos en
silencio, porque esa tristeza es nuestra y tenemos la sensibilidad a
flor de piel. Pero esta pérdida nos ha recordado otras, se unen en
nuestros sentimientos las pérdidas de los padres aunque haya
distancia entre ambas. Tenemos miedo a la muerte, pero también a la
vida sin ellos, el núcleo familiar ha desaparecido y nosotros no
hemos conseguido crear otro. Pero los echamos de menos, los
extrañamos, su falta supone que cada día sea una aventura, tenemos
miedo al desasosiego, a no sabernos adaptar a esta nueva situación.
Pensamos
en ellos diariamente,
especialmente en ella porque ha sido la última en irse, en por qué no
les dijimos “te quiero”, o “perdóname”, o “gracias” en
el momento oportuno, queremos pensar, que ellos en su enorme
sabiduría sabían interpretar en nuestros actos estas palabras.
También pensamos y nos martillea en la cabeza, que la ausencia de la
madre, fue como un sacrificio hacia nosotros, antes de que su
deterioro se hiciera más patente, fue su ultima muestra de amor
hacia sus hijos, inmolarse por nosotros, no ser una carga, darnos la
oportunidad de iniciar una nueva vida, en la que no hubiera
obstáculos, pero tampoco excusas. Me veo llorando y vulnerable, por
su falta. Esas
ausencias hacen que
aunque estamos en el
mismo escenario, no sea
igual porque faltan
ellos.
Queremos
pensar que nos protegen, y así lo sentimos, por momentos eso nos da
confianza incluso nos reconforta, pero tenemos un sentimiento de
culpabilidad por su falta, por no habernos podido despedir de ella
,
pero como os he comentado, es posible, que todo fuera premeditado,
que esto fuese lo que ella quería, lo que siempre quiso, es decir lo
mejor para los suyos. Me siento torpe, por no haberla entendido todo
lo que hubiera sido necesario, y culpable por haber dejado cabalgar
mis caballos salvajes hacia ella, ahora ya no hay remedio, aunque
siento que ella desde donde esté
me perdona. Como Vuecencia habrá reparado esta carta no es más que
un enorme llanto, de alguien que no esta pidiendo socorro, sino que
simplemente quiere desahogarse, vaciar gran parte de su pena, por la
ausencia de los padres simbolizado en la muerte de una madre. Los
recuerdo cada día,
estoy desamparado, y los extraño, espero y deseo que las lágrimas
me ayuden en este momento, estoy seguro que vuestro apoyo también.
Un beso.
Saludos E.
4 comentarios:
Un abrazo amigo, para empezar.
Entendiendo su situación y el momento tan difícil que está usted pasando. No va a servir de nada y no es quizá el momento. Pero no puedo morderme la lengua.
La culpa es el sentimiento más execrable que puede tener un ser humano. Ya decía el maestro Spinoza: el que se arrepiente es doblemente miserable. O como dice Fernando Savater: la vida está para tomar decisiones, unas acertadas y otras no tanto. Es evidente que todos alguna vez nos equivocamos, pero sentirse culpable de lo que hicimos y de lo que no hicimos no conduce a nada bueno. Piénselo!
Y para terminar otro abrazo.
Hola Viejo Lobo
Ante todo decirte que siento profundamente la ausencia de su madre.
Le diré que es una situación muy delicada, pero estoy convencida que lo superara, yo pase por algo
similar.
Es imposible no llevarla en mi pensamiento, me imagino que a usted le pasará lo mismo.
No renuncie a ella y disfrútala en su corazón
Mucho ánimo
Y un sincero abrazo
Los que todavía no hemos pasado por eso, pero que lo esperamos resignados, nos quedamos acongojados leyendo tu texto y viendo lo que nos espera. Pedimos fortaleza y consuelo para ti.
Buenas noche Francotirador.
Decirle que su blog me ha conmocionado.
Realmente me siento muy identificado con usted.
Mucho ánimo
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