martes, 26 de diciembre de 2023

EL RETORNO DEL PRÍNCIPE.

 La película Cazador blanco, corazón negro - el Final de

 Querido S:

 

         En cierta ocasión me encontraba con el Viejo Lobo y le comenté que había visto una película titulada “Cazador blanco, corazón negro” del gran Clint Eastwood, cuyo argumento es el rodaje de la película “La reina de África” del no menos grande John Huston, basado en un libro de Peter Viertel amigo del mismo y que formó parte del equipo de realización del film.

 

         Imagino que conoceréis aquella frase de John Huston dicha en los últimos meses de vida cuando le preguntaron si se arrepentía de algo y él contestó:

 

         -Sí, tendría que haber bebido más whisky y menos champagne.

 

         Bueno la cuestión es que esta película me gustó mucho y se la recomendé al Viejo Lobo. Pasado cierto tiempo nos volvimos a encontrar en un ágape filosófico-hedonista, con poco de lo primero y nada de lo segundo para mi desgracia, y le pregunté que le había parecido y sus palabras literales fueron:

 

         -” Un alegato contra la caza”.

 

         Y tras decir eso y saludarme afectuosamente, como siempre, se acercó a saludar a los otros invitados que le reclamaban insistentemente.

 

         Con franqueza, no entiendo nada, porque a mí semejante contestación me pareció una tontería, sin embargo, para el resto de la gente fue brillante y además hizo aplaudir a la concurrencia, especialmente a las damas.

 

         Como sabe vuestra Excelencia el Príncipe ha vuelto de uno de sus “viajes oficiales” al Extremo Oriente, así pues, fui a recogerlo a él y a su Dama al puerto.

 

         Cuando llegué allí me encontré con Osmin que a modo de ayuda de cámara o edecan de segunda categoría estaba descargando el equipaje.

 

         Nunca entenderé como el Príncipe acepta como amigo, conocido, saludado o como se diga a semejante personaje. Veréis Sire, creo que es un putañero en horas bajas, fracasado tanto en lo profesional como en lo personal, y a pesar de ello siempre repite como estribillo “es que yo estoy en otra cosa”.

 

         Esa otra cosa es la NADA, la vaciedad, lo insustancial.

 

         Gris y mediocre integrante de la función pública de la administración regional valenciana, de la cual yo, afortunadamente puede salir a tiempo.

 

         El caso es que Osmín, como siempre, me miro con recelo y desdén, sé que desconfía de mí, y no le falta razón. Es inexplicable que el Príncipe lo tenga en su círculo de amistades, pero los designios de los intelectuales, como los de nuestro Señor, son inescrutables.

 

         También vi, no muy lejos, al señor Cónsul, despidiéndose de una dama de cierta edad, pero eso sí con mucho estilo, con clase, que como la educación ni se compra ni se vende...se tiene. Un auténtico cursi que se cree un seductor, que normalmente acompaña en los cruceros al Príncipe, pues afirma este insensato que su sueño es ser un “bon vivant”.

 

         -¡Pupu!, me alegro de verte- me dijo al darse cuenta de mi presencia.

 

         -Ha sido un viaje extraordinario- me empezó a contar- he conocido a una dama de alta alcurnia, es la mujer de mi vida, quien dará color a la “grisura” de mi vejez, y estará junto a mi cuando el barquero me venga a buscar.

 

         En fin, así hablaba el Cónsul. Pensaba que era tan brillante que la gente al escucharle se quedaría extasiado con su “verbo fluido”.

 

         -Pupu, creo que tu trabajo de transportista o como se dice coloquialmente camionero no es más que la transposición a este mundo moderno de la figura del caballero andante que recorre los caminos en busca de aventuras. Bueno en tu caso es una razón social, la recogida y posterior reparto de mercancías a los correspondientes proveedores. ¡Tú sabes lo que es vivir! porque yo no temo a la muerte, sino a la soledad y al dolor, sólo aspiro a que Caronte me recoja en silencio, sin darme cuenta, sin hacerme daño.

 

         Todo esto dicho en voz no alta, pero en un tono que fuera audible por la concurrencia. Evidentemente nadie hizo caso, menudo personaje.

 

         -Escucha Pupu- insistió el Cónsul- pero esta vez en voz más baja, eres un fracaso, en todos los ámbitos de tu vida, lo único que te salva es tu nieta. Tendrías que haber dejado la función pública mucho antes, nido de víboras frígidas, envidiosas, fracasadas, con problemas de afectividad y que no tienen otra cosa en su asquerosa vida que amargar a las buenas personas que tengan a su alrededor. Eso no es más que un reflejo de esta asquerosa sociedad, ¡ahí los tienes!, felices en su mediocridad. Porque son mediocres como ese Osmín, a quien, el Príncipe de forma sorprendente mantiene a su servicio. Lo único que tengo en común con ese “personaje” es que ambos sentimos un enorme desprecio hacia ti. No eres más que un “botarate polichinesco”.

 

         Os tengo que decir Sire, que ese último “adjetivo” referido a mi humilde persona me lleno de orgullo, porque no se le había ocurrido al Cónsul, persona brillante, pero que abusaba del Cornezuelo del centeno a deshoras,  no me cabía la menor duda.

 

         -Te tengo que dejar, pues doña Pepa me reclama.

 

         Dijo el Cónsul y marchó presuroso.

 

         En fin, fui al coche, abriendo las puertas traseras al Príncipe y su Dama, y nada sentarme, él me toco en el hombro:

 

         -Mira Pupu, quería que fueras el primero en verla.

 

         El Príncipe me entrego en mano una tarjeta que ponía lo siguiente:

 

         “Efrusino Ibañez Chinchilla” y debajo añadía “intelectual orgánico”.

 

         Sire, no entendía nada, ni lo de arriba ni lo de abajo, especialmente lo de abajo. Con franqueza, lo que no quiero para mí no lo quiero para mis amigos, y no hay cosa peor en esta vida que ser un “intelectual”.

 

         -Escucha Pupu- dijo el Príncipe- mi nombre es ese que ves ahí. Así lo exige mi nuevo cargo, como representante del Reino de España en eventos internacionales. Por cierto, tengo dos en las próximas semanas, la Princesa quiere que vengas con nosotros, pero tienes una misión que es muy importante y por ello no nos puedes acompañar. En primer lugar, en orden de prioridades, te has de ocupar de la intendencia doméstica, a saber, sacar a Piti a hacer sus necesidades y sobre todo de supervisar la limpieza de la encimera de la cocina de nuestra residencia y en segundo lugar, algo que sí está relacionado con tu actividad profesional, tienes que llevar un camión con 20 cajas de Cornezuelo del Centeno a Caudete de las Fuentes, me las han pedido ciertas “instancias político-religiosas muy importantes”, y no puedo decir más.

 

         Efrusino (así me referiré a ÉL a partir de ahora), no daba órdenes si no instrucciones concretas a realizar de forma también concreta y eficiente, por eso los siguientes días fueron bastante ajetreados, conseguí por un módico precio que una empresa dedicada a la limpieza de domicilios particulares,  y “extrañamente” vinculada al tío Fermín, digo extrañamente pues fue Osmín quien me entrego la credencial correspondiente para ponerme en contacto con la susodicha entidad, no alcanzo a entender como un descerebrado como Osmín tenía ese tipo de contacto. En cualquier caso, me preocupaba que este personajillo estuviera cerca de mí porque su presencia además de perturbar molestaba, afortunadamente bebía los vientos por una dama, ¡pobre infeliz!, no cejaba en perseguir el Amor (con mayúsculas como decía a voz en grito este descerebrado), y esta circunstancia me permitió realizar las tareas de intendencia encomendadas por Efrusino. Fui especialmente cuidadoso con Piti, pues era un perro de costumbres muy señoriales y había que estar a la altura.

 

         Pero lo mejor es que aun tuve tiempo de ir al festival del colegio de mi nieta y pasar una tarde inolvidable con ella, y además pude estar cerca de Cordelia, mi ex. Es posible que lo poco salvable de nuestro matrimonio fuese que dio lugar a un hijo y a una nieta. Podía entender perfectamente que me hubiera dejado, lo que no entendía es como es posible que ahora estuviera casada con un borrego de monte, que en la escala evolutiva estaba  dos escalones por debajo del burro y cuatro por debajo del mono. Pero no quedaba más remedio que aceptarlo.  El susodicho había abierto hacía años un bar de carretera que había prosperado enormemente no desde luego gracias a su eficacia si no al saber hacer de Cordelia, que como siempre era perfecta en todo.

 

         Me alegraba que Efrusino me hubiera encomendado llevar ese cargamento a Caudete porque así podía pasar por el restaurante de Cordelia…bueno la verdad es que siempre buscaba la menor excusa para pasar por allí. En cualquier caso Sire, no deja de ser absurdo, ya lo dice el Maestro Fernando Savater todas las historias de Amor terminan mal, pues uno de los amantes muere antes que el otro. Así pues ¿para qué sirve todo esto?, porque el ser humano es tan absurdo de buscar la felicidad, cuando esta no es eterna, pero más absurdo es hacerse este planteamiento, porque durante toda mi vida he buscado la felicidad, pero eso no ha sido lo mejor, sino que en el camino para llegar a ella he encontrado la ilusión, aunque no sabría en qué, pero esa ilusión, que no es más que el engaño más maravilloso que pueda existir es precisamente lo que nos hace vivir. Te puedes arrepentir como decía el Maestro John Huston de no haber bebido el suficiente whisky, o de decir como forma de llamar la atención que una película con un argumento de una simplicidad compleja, se puede describir diciendo la primera tontería que te venga a la cabeza como dijo Efrusino. Pero nunca te puedes arrepentir de VIVIR. Besos desde la guarida.

 

         CONTINUARA……(no sabemos cuando).

 

         Saludos E.


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