viernes, 29 de diciembre de 2017

MALDITA LOTERIA.



Querido S:
            Imagino que Vuecencia conocerá cierta anécdota del Maestro Arcadí Espada, en un programa de radio. El caso es que la bella presentadora estaba hablando de lo malo que podía ser para Madrid la construcción de cierto complejo urbanístico destinado al juego, una especie de Las Vegas europeo.
            El Maestro, con su tono de voz, hay que reconocerlo, engolado de forma premeditada, dijo que a pesar de que el era un “pérfido calvinista” que no jugaba ni a la lotería su gran sueño era conocer Las Vegas. Esta afirmación desconcertó a la bella presentadora, que era precisamente lo que quería conseguir don Arcadi. Estoy seguro que cualquiera que lo oyera también sentiría lo mismo, porque el Maestro no parece desde luego una persona muy aficionada al juego, pero, como todo intelectual, que se precie intenta epatar, llamar la atención,  así son los genios.
            Como bien sabe Vuecencia, uno de mis amigos más brillantes, y del que nunca he hablado aquí es el “Gran Corso”, con mayúsculas y entrecomillado. Es un gran e insigne español, desgraciadamente un intelectual, al que siempre le recomiendo que siga con sus libros y no se meta en determinadas discusiones político-futbolísticas-sentimentales.
            Imaginad Sire, el “Gran Corso”, putañero entrañable. En una  época de mi vida, proveedor y consumidor de bebidas espiritosas, en “cristiano viejo”  cubateo vespertino. Es también sin embargo un provocador nato, lo he visto muchas tardes sentarse delante del ordenador para ver una determinada serie española, en la que la estética a la hora de presentar al elenco de actores que participan en la misma, tendría que estar contemplado en el Código penal.
            Pero sin embargo el “Gran Corso” cuando llega la época prenavideña,  que con su peculiar visión del calendario, fija a finales de septiembre de cada año, hace acopio, como si no hubiera mañana de lotería, de todo “sexo y condición”, que diría cualquier cursi de guardia.
            Recuerdo cierto año, en que me vi compartiendo lotería, a instancia del “Gran Corso”, con un conocido suyo que trabajaba en una gasolinera, donde paraba mi amigo  a repostar cada vez que iba a cierta ciudad castellana a pegarse alguna de sus comilonas interminables.
            Otro año me hizo jugar dos veces el mismo número, perjurando que por “sus cojones” tocaba ese año. Como podréis comprender, Sire, ante semejante argumento me tuve que rendir, aunque os tengo que aclarar  que el segundo décimo era compartido con el mismo, y como muestra de su infinita generosidad me lo regaló.
            Siempre al llegar estas fechas el “Gran Corso” cuando entra en cualquier restaurante o bar escudriña a ver si venden lotería, e incluso realiza alguna, educada, observación al dueño del local en cuestión si este no tiene lotería.
            Y este año no podía ser menos, y algunas veces me veo sumergido en esa vorágine de compra de décimos de lotería. Por ejemplo una tarde después de comer, y cumplir con la misión de cotizar un día más, el “Gran Corso” dijo que había una tienda de vinos en las afueras de la ciudad, regentado por una hermosa mujer de carnes agradecidas y turgentes,  que había caído rendida ante los encantos de mi amigo. La pobre incauta no sabía que este lo que quería era comprar el décimo de su establecimiento, y que según ciertas delirantes teorías del mismo era un número muy “bonito”. Con enorme brillantez, le compró dos a mitad de precio y otros dos gratis, igual que el Maestro Umbral, cuando compró una colonia cara, pero por un precio barato. El caso Sire, es que el “Gran Corso”, como caballero español que es dejo plenamente satisfecha en todos los aspectos a la citada Dama.
            Pero el ritmo era frenético, y después aún teníamos que ir a otra administración de lotería  para comprar otro número que había despertado el interés del “Gran Corso”. Pero sin embargo se produjo un desafortunado incidente en el que me vi envuelto de forma involuntaria. El caso es que como el citado establecimiento estaba en el centro de la ciudad, en el que resulta imposible aparcar, mi amigo tuvo que dejar el coche sobre la cera, pensando que iba a tardar unos pocos minutos y no habría ningún problema.
            Pero, Sire, ya sabéis que este Universo de caos  del que no se si formo parte o genero, me persigue, y apenas había entrado el “Gran Corso” a por la lotería, un policía municipal llego con su moto y me llamo la atención, decidí por ello sentarme en el asiento del conductor y como tenía las llaves poner el coche en marcha y quitar el vehículo de allí. Afortunadamente “El Gran Corso” apareció enseguida y pidiendo disculpas al agente, porque además, de forma indirecta,  este le dijo que le perdonaba una multa de cien euros, arrancó el coche.
            Pero sin embargo en ese instante el policía municipal dijo “poca educación vial”, y yo, que como sabéis, llevo en esta puta ciudad una lucha contra los vehículos no motorizados de dos ruedas (las bicicletas vamos), le contesté “sobre todo las bicicletas”. A partir de aquí la discusión subió de tono, menos mal que apareció otro agente, bastante más educado y calmo los ánimos, zanjó el incidente y lo que es más importante no nos toco pagar nada.
            En fin Sire, ya veis una persona como yo, creyente desilusionado, temeroso de Dios, pero sobre todo respetuoso con las fuerzas de Orden pública, como persona de orden que soy, me vi inmerso en una discusión policial debido a los desvaríos de este insensato, querido amigo por otro lado.  En fin yo no soy un “pérfido calvinista” como el Maestro Arcadi Espada sino un “pérfido pequeño-burgues”, bueno en realidad es mi gran sueño, pero sin embargo tengo determinados tics en mi personalidad que demuestran esa circunstancia.
            No entiendo como pudo pasar eso, pero ya conocéis los escrutables designios del “Gran Corso” en esta época del año que nos arrastran a situaciones insospechadas. Lo más curioso del caso es que una vez pasada la época navideña todo vuelve a su normalidad y se olvida de juegos, loterías y demás juegos de azar, porque no en vano es un “pérfido calvinista”.
            Seguid con salud. Saludos E.
            Besos desde la guarida.

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