Cuenta la leyenda que en el año 1941 Ernesto Giménez
Caballero se encontraba en Berlín invitado por Joseph Goebbels, ministro de
propaganda del III Reich, con la esquizofrénica finalidad de proponer al mismismo
Adolf Hitler que se casara con Pilar Primo de Rivera, hermana del Ausente, por
si eso fuera poco (digamos que la belleza de la hermana de Jose Antonio era más
que manifiestamente mejorable) EGC acompañó esta propuesta de toda una
parafernalia navideño-taurina, a saber, un belen de madera de Murcia para los
retoños de los Goebbels y un capote para el patriarca con el que “torear a
Winston Churchill”, según palabras del propio EGC. Pues bien todo esto queda
empequeñecido por el hecho de que don Ernesto le tiró los tejos a Magda la
esposa del jerifalte nazi. Hay que tener agallas, valentía, estar como una
cabra o tenerlos como el caballo de Espartero para hacer algo así.
Ernesto Giménez Caballero uno de los mejores prosistas
de la Generación
27 en continua y simultanea evolución e involución, personaje ninguneado y
ridiculizado por unos y otros, especialmente en los últimos años, todo ello
como consecuencia del sectarismo de la izquierda y de la derecha española.
Sectarismo que no se daba entre los intelectuales de nuestro país, en los años
previos a la guerra civil. Evidentemente con los años hemos involucionado. Los
españoles somos más ignorantes y fanáticos que antaño, cavando muy hondamente
trincheras para separar a personas como Alberti, Bergamin, Giménez Caballero,
Luis Rosales, Federico García Lorca, etc, que aunque ideológicamente estaban en
las antípodas se respetaban y admiraban. En fin la historia que la chusma
progre que da clases en nuestras universidades, institutos y colegios nos había
contado era mentira.
Gracias a mis amigos EL PRINCIPE y el Señor Aspirante,
estoy entrando en contacto con las andanzas y desventuras, de EGC, para unos un
bufón para otros un patriota, pero desde luego alguien de una cultura infinita,
y aficionado a realizar requiebros a las damas,
como él decía si Albertí acabo siendo comunista fue porque el amor lo llevo a Moscú mientras
que el acabo en el fascismo porque una hermosa italiana lo llevo a Roma.
Auténtico hedonista que con más de
ochenta años presumía de no haberse puesto nunca una inyección, de ducharse con
agua fría y hacer el amor cada noche. Como diría Santo Tomás ¡la leche!.
Mi amigo Bernardo, con quien comparto ágapes,
desgraciadamente no con la asiduidad que me gustaría, es un español de los de antes, romántico, capaz de los actos más
disparatados por disfrutar de alguna hermosa señora, (siempre lo han sido, esa
distinción entre señoras y señoritas es totalmente reaccionaria e izquierdista).A
mi amigo lo he visto hacer novillos en el Instituto por cortejar a una belleza
de rizos pelirrojos, ligarse a nuestra profesora de Literatura en BUP, pegarle
una patada (sin querer claro) a un profesor jugando al fútbol, saltarse una
clase por ver entrenar a nuestro Valencia, desplumar a unos incautos jugando interminables
partidas de poker, pero lo que nunca lo
he visto es perder, ni en el trabajo, ni
en los estudios, ni en los amores, ni encarándose con tres tíos mayores que
nosotros para defender a un amigo en el colegio (en este caso yo).
Bernardo siempre ha creído en el amor, vamos que le
han gustado mucho las señoras, circunstancia que algunas veces le ha supuesto
algún que otro problema. El otro día me encontraba comiendo con él y con el
Príncipe, cuando nos comentó que desde hace tiempo estaba saliendo con una
chica, de la que estaba perdidamente enamorado y con la que había compartido
locas noches de pasión (valga la redundancia),
hablaba maravillas de ellas, estoy
por decir que es la chica que por fin le hará sentar la cabeza. Yo como persona
especialmente sensible a estas historias estaba admirado con lo que contaba
Bernardo, pero sin embargo él estaba preocupado, azorado, incluso
desconcertado. Y es que a pesar de que sentía mucha ilusión cada vez que tenía
un encuentro con su amada, decía que siempre era en casa de ella, ¿por qué?
pregunté yo con esa ingenuidad infantil que me caracteriza, habida cuenta que
la casa de mi amigo es más que acogedora, ordenada, confortable, con todas las
comodidades posibles, vamos que para ser hombre y separado se lo ha sabido
montar bien. Bernardo me contestó con solemnidad, elevando los ojos, con cierta
amargura, “por la puta intendencia”.Como
siempre digo, a pesar de mi cortedad tengo la suerte de que los pocos amigos
que tengo (a Dios gracias) son extremadamente más inteligentes y brillantes que
yo, por ello es habitual que me sienta empequeñecido ante la brillantez e
inteligencia del Príncipe, del Viejo Lobo o de Bernardo, y como es normal me
quede de una pieza ante semejante afirmación, no sabía que tenía que ver un
encuentro con la amada, con algo parecido a gobernar o dirigir algo. Pero
afortunadamente como siempre mi amigo Bernardo me explico sus palabras y la
verdad es que era muy fácil, precisamente el amor que sentía por su amada hacía que realizará los preparativos de sus
encuentros íntimos a conciencia, con sábanas nuevas, buenas viandas, limpieza a
fondo de su piso, pero es que luego además después de la velada, cuando su
amada ya había abandonado su casa, de nuevo lo limpiaba todo, hacia varias
coladas, limpiaba la cocina, en fin lo mismo que había hecho antes. Todo esto
le acababa por producir un enorme stress, le agobiaba, pero por otro lado
estaba tan enamorado que esas dos sensaciones contrapuestas le afectaban, si
cabe, aún más en su ánimo, por eso (y es lo gracioso) me preguntaba preocupado
si, tal vez, ya no era tan romántico como cuando era joven, yo no sabía que
contestarle, aunque si que estaba seguro que seguía creyendo en el amor,
afortunadamente nos acompañaba el Príncipe y , como no podía ser de otra
manera, le explicó que el seguía siendo tan romántico como siempre lo que
ocurre es que conforme nos vamos haciendo mayores nos hacemos más responsables,
puede que más previsibles y menos instintivos ante determinadas situaciones,
pero que no tenía que preocuparse, porque el era, por suerte, y a grandes rasgos,
el mismo de siempre. Tanto Bernardo como yo respiramos aliviados. Y es que
ciertamente, aunque conforme vamos cumpliendo años hay ciertas cosas que dejan
de importarnos tomando distancia respecto a ellas, otras que en nuestra
juventud nos resultaban indiferentes ahora son más que importantes. El amor,
siempre el amor, el verdadero motor del mundo que hace que nos comportemos de
la manera más ilógica, más irracional, pero que nos hace ser mejores. Hoy, como
ayer y como siempre, SALUD Y REPUBLICA Y ¡ARRIBA ESPAÑA!.
4 comentarios:
Interesante personaje Ernesto Giménez Caballero, con planteamiento ideológicos, algo "peculiares", por decirlo eufemísticamente. Le felicito por sus amigos y también a ellos por tenerlo a usted. Sólo manifestarle con todo el respeto, que lo bueno si breve dos veces buenos. Saludos.
Como decía el maestro Juncal, tomo noto. Un abrazo, y espero que reactive su blog.
Respecto a Gimenez Caballero comentarle que durante mucho tiempo se creyó que la misión celestinesca a la que usted se refiere fue una invención de Don Ernesto. Pero en esta ocasión la realidad ganó a la leyenda y la boda la impidió "bala en sitio fundamental" o al menos eso cuenta el máximo especialista en literatura e historia de postguerra, José Carlos Mainer.
El año pasado le recomendé un libro: Amor. Un sentimiento desordenado de Richard David Precht. Que no leyó. Esperemos que este año haya más suerte y lea Amo, luego existo de Manuel Cruz.
Un abrazo y saludos a El Príncipe.
Gracias por la aclaracion sobre EGC, al respecto como le he comentado alguna vez, creo que todo fue una "brillante" maniobra del Caudillo para no entrar en la II Guerra Mundial, haciendo ver a los alemanes el tipo de personajes que controlaban el mundillo cultural español de esa época. Y sobre el libro, espero tener algo de tiempo, no sólo para esa lectura sino también para acabar las que tengo entre manos.
Publicar un comentario