Querido
S:
Contaba
el Maestro Fernando Savater, que a
su maestro
Schopenhauer
le gustaba mucho
esa parte del Padrenuestro
que decía "no nos dejes caer en la tentación", según él,
lo que estaba
diciendo es que no me dejes ver como soy, porque entonces me
conoceré.
En
fin Sire, como ya sabéis el Maestro Viejo Lobo
se encuentra de gira promocional de su "último éxito
literario", y lo más sorprendente es que se ha llevado como
edecán a Osmín, al que además hemos tenido que hacerle también un
traje de diplomático para así poder realizar de forma correcta sus
funciones. A día de hoy no tengo constancia de que en ninguna
localidad en la que han realizado el acto de presentación del libro
haya habido altercados de orden público. En cualquier caso os tengo
que decir que los Gobernadores Civiles, no me gusta decir delegados
del gobierno porque es una mariconada, me tienen informado de los
acontecimientos.
El
caso es que me encontraba el otro día tomando una infusión en unos
de los locales de moda de la ciudad, y donde el Viejo Lobo ya dejó
su impronta con una "extraña mezcla" de Whisky de Malta y
de cerveza de alta
gradación, con unas consecuencias que pudieron haber sido peores.
Como os decía estaba allí de tertulia con mi amigo el australiano.
Conocéis
mi temor por la angustia del Ciclo Vital
de la Existencia,
ese terror milenarista que siento por la finitud de la vida, por el
sentido de la vida, por la contrariedad que experimento ante el
tiempo perdido, o
por el conocimiento de las cosas en unos
momentos
un tanto tardíos.
Al final resulta que era esto, la serenidad del final, y del fracaso,
la angustia porque pienso que esto es demasiado corto y porque hay
tantas cosas con las que disfrutar. También el enfado distante, ante
la chusma que se preocupa por cosas que no son en absoluto
importantes, una chusma manejable por el sistema
que permite que
puedan ser controlados, en fin un virus, este sí, que a pesar de
afectar a la gran mayoría de la gente no ha creado la inmunidad de
rebaño, aunque desde luego "rebaño" sí que son.
Nos
encontramos Sire, en el verano, época del año especialmente
melancólica para mi, pues me trae recuerdos de una vida mejor, y
también diferente. Sí, melancolía, por
no haber sabido
valorar toda esa felicidad cuando estaba delante de mí, en fin esa
larga lista de oximorones, que creo es la mejor manera de definir mi
estado de ánimo.
El
gran Dalí decía que la clave de todo es el ácido
desoxirribonucleico, que es la molécula que contiene la información
genética de todos los seres humanos, incluso de algunos virus. Bueno
en este último caso, el de los virus, utilizando una expresión más
prosáica, propia no de los escolásticos sino de los spinozistas de
derechas, diríamos
que esa molécula nos daría la información precisa y exacta para
identificar científicamente al "perfecto hijo de puta".
Vamos que igual que el Maestro Dalí afirmaba que el era monárquico
metafísicamente hablando por el principio del ácido
desoxirribonucleico, cabe
también la posibilidad, aunque no lo podría decir en términos
empíricos, que uno o una pudiese ser un hijo de puta
o una hija de puta,
también por el principio del ácido desoxirribonucleico.
En otras palabras,
Metafísica pura.
De
todas formas a mi modesto entender, especímenes de este tipo no
abundan, lo que sí que es mucho más frecuente, es una subespecie de
estos, pero resultado de una involución, o más bien una
degeneración.
Decía
en cierta ocasión un ilustre académico de la lengua que era más
peligroso un gilipollas que un malvado. Ya que con el segundo se
puede negociar, pero con el primero es imposible.
Yo
afortunadamente no me he topado nunca con el primero, pero os puedo
asegurar, que despacho a diario con los que pertenecen al primer
grupo.
Estos
primeros, los gilipollas, hacen las delicias de mi entrañable Osmín,
al que dejo que disfrute, siempre con limitaciones,
por supuesto. Y es
que Osmín, les toma el pelo como quiere, algo un poco sorprendente,
pero nada raro, cuando se conocen las "inexistentes
lecturas" de esta tropa. Creo que lo más complejo que han leído
es una parte, no todo por supuesto,
de la información meteorológica.
Pero
afortunadamente mis amigos, sus heterónimos, y la madre que los
pario a todos, siempre me ayuda, aunque muchas veces sea en la
distancia,
a llevar todo esto de la mejor manera posible, y que no es otra que
no dándole trascendencia.
Mi querido amigo el australiano, es un hedonista en estado puro, para
que os hagáis una idea presume de un fracaso inexistente, y además
de ser "facha y cayetano", pero él al contrario que
yo, sí que le hacen caso y le tienen en consideración.
Me
comentaba el australiano, que a grandes rasgos, estas consideraciones
no son más que chorradas, y es muy acertado, porque si ambos caemos
en estos pensamientos estamos jodidos.
Pero
como os decía, el australiano es un amante del placer tanto
espiritual como físico, aunque como él dice no se puede dar uno sin
el otro, es decir no se puede estar con una mujer sin amarla.
Me hablaba de "ELLA", y decía que había sido la primera
mujer a la que amaba de verdad, le gustaba como se reía, porque su
sólo sonido iluminaba todo. Era, esa sí, una sonrisa blanca, llena
de felicidad y generosidad para todos. Él sólo podía amarla de esa
manera, de verdad, es
decir con todo y hasta es posible que contra todos, aunque os tengo
que decir Sire, que eso no me lo dijo.
"ELLA" había conseguido que él tuviera miedo a la vida,
pero no porque no le gustase, sino porque junto a "ELLA"
quería vivirla de verdad, en toda su extensión. Porque "ELLA"
le daba una extraña serenidad para el camino. Podía imaginar como
hubiera sido su vida junto a "ELLA", y tanto que lo podía
imaginar porque es lo que había hecho durante toda su existencia.
Esa extraña impresión de haberla conocido desde siempre, "ELLA"
era el vocare, la inspiración, el llanto, las carcajadas, la
felicidad, la recompensa en el principio de todo. Su armazón ante la
realidad.
Porque
"ELLA" era a la vez sueño y realidad, todo junto, un alma
en dos cuerpos, que siempre se habían buscado, de forma
conscientemente inconsciente, instintiva.
El
australiano tiene miedo, terror a la nada, que es el final del
camino, pero cabe preguntarse de donde le
venía esa "extraña serenidad" que sentía desde hacia
tiempo. Sí, el Amor existe, no porque lo dijera el Maestro Savater,
el Amor existe, porque existe ella, simplemente por eso. La partitura
más maravillosa que se podía imaginar, para tocarla, emocionarse,
olvidarse de todo y de todos.
Sí, el viejo
maestro Sochopenhauer, tenía razón, ¡¡Sí, Dios dejame caer en la
tentación!!, porque quiero conocerme, y así seré feliz junto a
"ELLA".
"ELLA"
me hace mejor, se que lo nuestro esta prohibido, pero dejame que en
el "primer mundo", estemos los dos juntos.
Saludos
E.
Besos
desde la guarida.
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