domingo, 31 de mayo de 2020

UN TRAPISONDISTA DEL FRACASO.






 

Querido S:

    Como persona culta, imagino conoceréis lo que contaba el gran Friedrich Hayek en sus memorias, acerca de su encuentro con Winston Churchill. Decía el Maestro que en un primer momento le produjo una pésima impresión, porque no hacia más que beber ginebra y tenía dificultades en el habla, para añadir, que apenas media hora después dio el discurso más brillante que había oído nunca.

    Antes que nada os quería agradecer vuestros elogios, por otro lado tan merecidos, por mi última entrada. Sí, perdonad la inmodestia son merecidos, aunque algunos descerebrados por ahí dicen que el halago debilita.

    Pero sin embargo las felicitaciones que más me han emocionado, junto con las de mi heterónimo Osmín, son las del viejo Lobo, a pesar de que también creo, que lo mejor de mi último post, no es el escrito en si, sino los comentarios de mi querido amigo. Lo reconozco, es posible que como buen español tendría que sentir envidia, pero no es así. Porque como sabéis el Viejo Lobo, me elogia criticándome, para que no caiga en la autocomplacencia, algo habitual en estos lares.

    Así que tengo a bien, poner como cabecera de esta entrada un pantallazo, con sus merecidos elogios, disfrazados de brillantes reproches y críticas.

    Yo, como pérfido escolástico, pero sobre todo orgulloso CAYETANO Y FACHA, me gusta, gustarme en elogio porque tengo el talento, gracias a ese sentimiento tan misterioso e indescriptible de no caer en el envanecimiento, sigo siendo un modesto mochilero de la literatura y de un montón de cosas más.

    No se por donde empezar a la hora de hacer mención a todo lo que "merecidamente" me dice el Viejo Lobo. Empezando por lo de "menudo tostón", ese toque popular y cercano que hace más entendible para el vulgo sus palabras, aunque hay una parte que no había entendido al principio cuando dice "blues del Delta", algo normal en un zote como yo, que afortunadamente me aclaró mi querido amigo cuando hacia referencia a su admirado Robert Leroy Jhonson.

    También hay un momento en el que la emoción ante semejante obra maestra como era mi entrada, hace que no ponga de forma adecuada las palabras, escribo "elerengue", cuando en verdad quería decir "el merengue", en fin una pequeña distorsión sin importancia que además enfatiza la brillantez del Viejo Lobo, circunstancia que se repite cuando me recomienda leer "Así hablo Zaratrusta" de Nietzsche, aquí el Maestro se dejó llevar por su infinito ingenio y escribió "Zaratrustacde".

    En fin cuando me hace el honor de hablar de mi entrada como de "seudoartículo", tendría que haber dicho, bien es cierto "pseudoartículo", da igual lo que diga porque en ambos casos es un honor para mí.

    Me emociona cuando dice que lo mejor es la foto, como Dios lo trajo al mundo, del Maestro Umbral, tapándose sus vergüenzas, con una olivetti, como los periodistas de casta, y como los hijos de la mar. En fin extraordinario.

    Pero lo que me llego al alma es cuando se refiere a mi "humilde persona" como "pelagatos que se pasa la vida trapisondeando", me siento totalmente abrumado, aunque aquí el Viejo Lobo se queda corto.

    Yo, soy un trapisondista del fracaso, en la más amplia extensión de la palabra. Muchas veces se lo digo a mi entrañable Osmín, rémora del Viejo Lobo. Vuestra Excelencia sabe perfectamente lo que es rémora, y no es un adjetivo despectivo, pero por si algún izquierdista español ha tenido el mal criterio de leer estas lineas, se lo voy a explicar para paliar su infinita ignorancia, sólo superada por su sectarismo y crueldad.

    La rémora son pequeños peces que se pegan a otros más grandes a modo de escudo y también para poder moverse mejor.

    Así que Excelencia, soy un trapisondista, bullanguero, follonero, que me muevo como pez en el agua, en las discusiones filosófico-político-futbolísticas subidas de tono. Todo en mi es caos, desorden, anarquía, pero no es más que una capa que esconde a alguien que es exactamente todo lo contrario, orden, tradición, leyes viejas, y sobre todo el AMOR.

    He tenido largas conversaciones con Osmín, ya lo conoceis, inmaduro cincuentón, de cabello no en franca retirada sino en estado de disolución.

    Osmín es esa rémora que le ríe las gracias al Viejo Lobo, y que se pega a él simplemente para ver si adquiere algo de talento. Lo que es más esta actuando de "torpe" secretario-ayudante del Viejo Lobo para escribir las Memorias sentimentales de un familiar cercano.

    Osmín quiere convencer al Maestro para que escriba algo más interesante, que eso, es decir que "escriba", a pesar de que como sabéis esta sociedad decadente pequeño-comunista de saldo, reprime cualquier atisbo de talento. Por supuesto que el Viejo Lobo, tiene talento para eso y muchas más, pero soy de los que prefiere que todo su saber se vuelque de forma privada en cenáculos como este.

    Pero ¿quién es Osmín?. Osmín es el verdadero fracaso, y no me sirve de triste consuelo, que tenga más brillantez y sea más culto que el 90% de la gente que le rodea diariamente, eso no tiene ningún mérito. Sí, esa gentuza que le rodea, ejemplo típico de la función pública valenciana, chusma nada leída.

    Decía, el, profesionalmente hablando claro, Maestro Fernando Fernan Gómez, que un envidioso es aquel que quiere hacer las cosas brillantes que hace otro, son lo contrario de los que sienten desprecio, algo habitual en España, es decir los que desprecian a aquellos que hacen cosas brillantes y que ellos saben que nunca podrán hacer.

    Osmín, sólo tiene una virtud, la cual reconozco que envidio, y es que no es un trapisondista del AMOR, por lo menos en la actualidad. Me gustaría ser como él, porque al final lo ha encontrado, aunque sea imposible, inalcanzable, pero sabe que ELLA, existe, y por eso podrá morir tranquilo, porque la ha encontrado. Según me contaba él mismo, eso le produce una entraña a serenidad, una avalancha de oximorones, que son la única manera de explicar lo que siente, alegre tristeza, serena angustia, valiente cobardia, acompañada soledad, exitoso fracaso, !joder el AMOR¡.

    Es curioso siempre pense que Osmín era un cobarde, y creo que es así, pero para ser muy valiente hay que ser muy cobarde, porque hace que esa valentía tenga más mérito. Ese tesoro, del que él gozo, ya sabéis Sire "la ví, la besé, la amé y ahora se ha ido....se ha ido".

    Un FRACASO, con mayúsculas.

    Como diría el Viejo Lobo, yo soy un pelagatos, porque no he llegado hasta donde ha llegado Osmín, espero y deseo fracasar así. Por todo eso le perdono a Osmín, esos infumables, como diría el Viejo Lobo, escritos que pone en el intranet de su trabajo, ¡pobre infeliz!, aún no se ha enterado, que no hay que significarse como contaba el Maestro Juan Eslava Galan en su libro "Los años del miedo".

    Mientras mi entrañable Viejo Lobo, ha sido mucho más práctico, se ha creado un personaje de trapisondista progre, caracterizado por una serie de lugares comunes para esa tribu formado por expresiones vacías y enorme sectarismo, con el cual pasar desapercibido y hacer mucho más llevadera esta "gris realidad". Pero al igual que el Maestro Hayek supo ver la verdadera sabiduría de Churchill, a pesar de haber tomado grandes cantidades de ginebra, yo, también se en verdad quien es el Viejo Lobo, por eso me da igual lo que diga, e incluso, lo que haga, la cuestión es "no significarse".

Saludos. E
Abrazos desde la guarida.



1 comentario:

El Viejo Lobo dijo...

Decía el Maestro Edugeni d'Ors que todo lo que no es tradición es plagio. Usted es un plagiador diletante, no llega a profesional, porque lo único que hace es copiar a otros con descaro y sin ningún rubor, como un vulgar personaje de la chusma de los "Cayetanos". Y para colmo se documenta usted mal, porque Sir Winston no bebió ginebra en su vida, sus melopeas eran de whiskies, de ahí la calidad y brillanted de sus discursos. Infórmese mejor, deje de aburrir a sus escasos lectores y siga dedicándose al onanismo que es lo único decente que ha hecho usted en este confinamiento. La Política, la Literatura y sobre todo la Filosofía déjelas para otros, usted no da la talla.