jueves, 2 de abril de 2020

UN TONTO ILUSTRADO.











Espada Excalibur funcional
Querido S:

      Me gustaría contaros dos anécdotas, no se si verdaderas o falsas, circunstancia que me da igual.

      Una de ellas esta relacionada con la esfera de lo público, o más bien de lo mítico. El caso es que en cierta ocasión le preguntaron a Oscar Wilde, si el hecho de ser una persona más o menos cultivada tenía algo que ver para ser un estúpido. Él contesto que nada en absoluto, un tonto puede perfectamente tener un cultura inabarcable, haberse leído a todos y a cada uno de los clásicos y demás, pero a pesar de todo ello seguiría siendo un tonto, eso sí, un “tonto ilustrado”.

      Y ahora os quería contar cierto hecho, que guarda relación con mi círculo familiar más cercano, aunque la persona protagonista de dicha circunstancia nunca ha hecho mención a ello, y he tenido que ser yo, pasados varios años y gracias a un duro “trabajo de campo” quien ha tenido acceso a dicha información.

      Año 1963, sin concretar, capital de provincias, costera, pleno desarrollismo, iniciado a finales de los 50 gracias a la iniciativa de nuestros padres y abuelos tecnócratas, que queriendo legar a sus hijos y nietos una Patria mejor que la que ellos habían recibido, trabajaron con esfuerzo para hacer una España próspera. Patriotas, estos, que no eran sectarios, por eso precisamente eran patriotas, lo contrario de la basura contemporánea, actual, de carácter relativista, sin principios y que considera que el bien y el mal no existen, sino lo que hay son circunstancias.

      Pero volvamos a los hechos, en esa época, cierto, entonces, joven escritor, y que con el paso de los años “alguien” diría que era el único literato que “estando casado hacia vida de soltero”, se encontraba en esa pequeña ciudad costera y capital de provincias asistiendo a cierta “ágape literario”, como ya sabéis esta “gente de la cultura”, aunque presumen de cultivar el espíritu, nunca han descuidado el cuerpo, en la más amplia extensión de la palabra. Por todo ello estas “gentes” a la menor oportunidad, son muy dados al esparcimiento, a mezclarse con el populacho como dicen en su “farfullo progresí”.

      Así pues este “joven escritor”, junto con otros “jóvenes escritores” se dieron un pequeño homenaje hedonista y después de las “pesadas sesiones” lectoras salieron a dar una vuelta por la parte de vieja de esa “capital de provincias costera”. En aquella época, había muchas jovencitas, a las que les gustaba salir por dichos andurriales, entre ellas una de poco más de veinte años, persona de inquietudes lectoras, pizpireta graciosa, atractiva, pero a pesar de ello con la suficiente inteligencia para saber capear a la enorme cantidad de “moscones” que se le acercaban.

      El caso es que “el joven literato” y la muchacha en cuestión coincidieron en cierto “garito de copas”. La joven se dio cuenta enseguida, que el susodicho no paraba de mirarla, hasta que al final se acercó a ella.

      Con franqueza “el joven literato”, estaba encantado de conocer a la muchacha, pero aún estaba “más encantado” de conocerse asimismo, sin embargo, como no podía ser de otra manera, era ingenioso, con sentido del humor, y eso sí desplegando como si fuera una “pavo real gigantesco”, toda su egocentrismo.

      Pero sabed Sire, que estos “intelectualillos”, a pesar de haberse leído, a todos los autores rusos y parte de los alemanes del periodo anterior a la Segunda Guerra Mundial, como también había hecho la muchacha por cierto , pues bien, a estos jóvenes les gustan las faldas, más que a un tonto una tiza.

      Por ello el “joven literato”, una vez desplegados sus encantos, pensó que ya era hora de “entrar a matar” o pasar a mayores ¡si coño!, “que para eso lo valgo” pensó, siempre le había ido bien así, y desde luego ahora no iba a ser diferente, siguió pensando. Pero sin embargo, se equivocó, esta vez no iba a “ser igual”. La muchacha en cuestión, no estaba por la labor, ni iba a caer rendida a sus pies sin más, así que acorralado por la negativa de la joven, y como última bala, le dijo “yo es que soy un literato”, pensando en su candidez que “semejante confesión” vencería la resistencia de la chica, pero esta sin inmutarse lo más mínimo, le contestó “es lo que me temía”.

      Tengo que confesar a Vuecencia, que siempre he pensado y más ahora en estos momentos, que ciertas circunstancias pueden hacer cambiar a la gente para mejor, bien es cierto que en algunos casos. Por supuesto, la “chusma” es imposible que cambie, bueno yo creo que más que imposible es complicado.
      Ya sabéis que hay muchos tipos de tontos, el catálogo es inagotable, pero por supuesto sólo puede opinar de este asunto alguien que sea también tonto, por eso se perfectamente de lo que hablo.

      Yo pertenecería al “tonto raso” el de infantería, el más bajo en el escalafón, pero ojo que no es tonto por devoción, sino por obligación, el ser tonto forma parte de su trabajo, de su vida profesional vamos, no de su vida , sabe que esta haciendo tonterías, como ir a trabajar cuando la mayoría de la gente no va, pero sabe que no le queda otro remedio porque lo hace para comer y lo más gracioso es que incluso puede ver que se le viene encima cierta circunstancia negativa, pero, y ahí esta su tontez, no puede hacer nada para impedirlo.

      Esta también el “tonto sobrevenido”, aunque no nació tonto, apuntaba maneras, pero se ha ido perfeccionando con el paso de los años. Tiene un carácter resentido, pues es más bruto que un arado, y lo más profundo que ha leído en su vida es el “recibo de la luz”, en el fondo es un pobre o una pobre infeliz, ha escalado mínimamente en su carrera profesional, hasta conseguir un carguillo de mierda, mediante el cual puede explotar a otros infelices que no han tenido “tanta suerte como él”. Pero aún así se le ve el pelo de la dehesa, y considera “muy normal” no saber quien es por ejemplo Maria Dolores Pradera, e incluso le resulta muy difícil articular una frase con sujeto, verbo y predicado. Eso sí puede hacer que personas que no son creyentes les den las gracias a Dios por no ser como ellos.

      Otro espécimen es el “tonto resabiado”, es pelota, pero sobre todo y por encima de todo es más cursí que las pelotas de un antílope. Opina de todo y de casi todo, siempre en favor de los que mandan, por supuesto y luego además se las quiere dar de “enterado”, aunque el nunca lo reconocería. Por ejemplo, imaginemos que un insensato descerebrado, valga la redundancia, escribe en el intranet del trabajo y hace referencia a un inexsistente “fragmento” de un libro que ni siquiera este “insensato descerebrado” ha leído. Pues bien el “tonto resabiado” no sólo dirá que ha leído ese libro, sino que además no desmentirá al “desahogado” en cuestión sobre la falsa mención de ese libro. Es un tonto espectacular, pero por su inmodestía, porque inconscientemente quiere demostrar a todo el mundo que no es más tonto porque no entrena. En cualquier caso no es del todo peligroso.

      Otra subespecie sería la del “tonto afortunado”. A ver, no se como decirlo, digamos que es tonto porque no sabe que es afortunado, alguno de mis Maestros escolásticos, en un estado de “euforia” tras tomar alguna bebida de “alta gradación”, o por haberse fumado algún “cigarrillo de la risa”, podría decir de este tipo de tonto, que es un “cabrón con pintas”. Como Vuecencia sabe, la vida sería una especie de juego de cartas, evidentemente esta nos son dadas, y cada uno tiene que saberlas jugar, así que no vale autocompadecerse, porque al final, todos somos responsables de como las hemos jugado. Pues bien este tipo de tonto, ha tenido la inmensa suerte de que Dios, Ala o su puta madre, le hayan dado unas buenísimas cartas, con una mujer maravillosa, unos hijos estupendos, salud, etc. Sin embargo estos tontos, siguen tirando al suelo esas cartas, pero aún así la fortuna o no se quien le recompone la mesa, y le vuelva dar esas cartas ganadoras. En fin por todo eso es un tonto, yo diría más, es doble o triplemente tonto, porque no se quiere dar cuenta de lo afortunado que es y además piensa que no es así. En el fondo no es más que un pobre diablo acomplejado que lo único que hace, en sus momentos de bajón, es amargar la vida de aquellos que de forma inexplicable, aún les sigue importando. Es posible que este tipo de tontos, aún sean recuperables para la Humanidad.

      Y luego llegamos al último espécimen, que tiene varios nombres, unos lo llaman “tonto contemporáneo”, otros “tonto de autor”. Este tipo de tonto es mucho más difícil de definir. Es un tonto elaborado, amasado a lo largo de muchos años, es persona leída, con conocimientos, se lee hasta la envoltura del papel higiénico, y lo que es más puede escribir una sesuda tesis doctoral al respecto. Este al contrario que el “tonto raso”, es tonto por devoción, porque le mola, porque sí, por aquellos que los malvados calvinistas llamaban “el libre albedrío”, es un tonto elaborado, sus lecturas son infinitas, de autores sesudos que un lerdo como yo hubiera pensado que eran futbolistas alemanes. Pero sin embargo todo este inmenso caudal de conocimientos, no hace que sea consecuente con ellos, si no hay veces que es todo lo contrario, incluso tiene ramalazos de populacho 2.0, en la linea de “vivan las caenas”. Algún querido amigo, me quiere hacer creer que es uno de ellos, pero yo pienso que no es más que una pose, y lo que es más una muestra de “inmensa generosidad” hacia mi persona para no dejarme en evidencia.

      En fin Sire, de todo esto se deduce que a pesar de leer mucho se puede ser un “tonto ilustrado” como dijo Oscar Wilde, o temerse lo peor como pensaba aquella jovencita, es decir que fuera un “Literato”.

Saludos desde la puta guarida. E.


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