martes, 20 de septiembre de 2016

PREFIERO QUE ME LLAMEN MARICÓN.

Querido S:

Vuecencia, como persona instruida, conoce esa célebre anécdota de don Juan de Borbón, y que según cuenta la leyenda, cuando este, en los años 40, se encontraba exiliado en Estoril, uno de sus edecanes, le dijo, "señor el Caudillo se ha referido a usted como el Pretendiente", don Juan contestó, muy malhumorado, "prefiero que me digan maricón antes que pretendiente".

Sire, vos sabeis el gran amor que siento por mis amigos, a pesar de ser unos perdidos intelectuales, entre ellos esta el Señor Aspirante, gran amigo, con sangre de castellano viejo por parte paterna y de genio nazari y actitud veroborreica, por parte materna. Es un gran español, un faro para mí, en un montón de cosas, mi admiración por llega a la idolatría, aunque tenga ciertas minusvalias futbolístico-políticas, pero que debido, precisamente, a que es un intelectual forma parte de todo el atrezzo mediático-filosófico que le gusta montar para hacerse más visible, de forma discreta.

Siempre he admirado en el señor Aspirante, esa infinita paciencia y comprensión hacia mis heterónimos, Tulio, Osmín y Bernardo, auténticos seres patéticos, carentes de moral, no por incapacidad si no por devoción ética, lo cual, si cabe los hace más despreciables. El Aspirante soporta con estoicismo sus "sordidas historias" de falsos amores, de inexistentes damas que los llevan a mal traer, incluso mi amigo les rie las gracias y los invita a renombrados "agapes" lúdico-laborales, donde afortunadamente su presencia ha impedido que estos personajes hayan intentado seducir a alguna incauta señorita.

Recuerdo con gran delectación cierta cena, en la que mi propia me había permitido, con gran generosidad por su parte, acompañar a mi amigo y a mis heterónimos como despedida del curso laboral. Fue una gran noche, aunque cierta "sujeta" que presta sus servicios en el templo del saber, ciertamente, no se como ni por cuanto tiempo, realizo cierta ripio, de indudable mal gusto y que al resto de señoras, todas ellas auténticas damas, les produjo cierto azoramiento. En fin Sire, yo veía al señor Aspirante desenvolverse con gran y brillante soltura entre la diferente grey que nos rodeaba. Observad Sire, la brillantez del Maestro que declamó, sí declamó, cierta relato sobre la compra, eso sí a bajo coste, y transporte de aceite a granel, ni siquiera estoy seguro de que fuera aceite, pero estaba extasiado por la forma en que relataba este sucedido y como había conseguido captar la atención de todo el auditorio.

Vuecencia, ya sabe como se las gastan estos intelectuales, como ya dije en otro post, se les permiten cosas que a otros no se nos permiten, pero en el caso del señor Aspirante, me rindo, ante su elocuencia, su brillantez oratoria y sus rapidez de reflejos a la hora de contestar,

Sin embargo hace unos días estaba manteniendo una discusión bizantina, como las que suelo tener con el Maestro, es decir no sabemos como empezó, ni tampoco recuerdo como terminó, en todo caso no tenía una finalidad importante, ni tampoco buscábamos el llegar a ninguna conclusión, sólo hablar por hablar, medir nuestras oratorias, ver en materia escolástica quien la tenía mas larga, pero sin embargo el señor Aspirante cometió un pecado, imperdonable en otra persona, no en él claro. Sire, me llamó "intelectual" sí "intelectual", entre comillas, no hay peor, falta, ofensa insulto, para mí. Cuando oigo esa palabra me hecho mano a la cartera, se me funden los plomos.

Como Vuecencia sabe, durante mi vida he mantenido dos grandes luchas, una alcanzar el ideal escolático de unir el mundo espiritual y el físico, con predominio, por supuesto del espiritual, como ateo que soy y otro nunca ser un intelectual, ya sabe, seres relativistas, timoratos, responsables del retraso espiritual y físico de la Humanidad, agufiestas, nuevos savonarolas de saldo, enemigos de la fe y del ateismo, poseedores de una cursileria y pedanteria incabable e inabarcable. Ya se Sire, que mis amigos el señor Aspirante, el Viejo Lobo y el Príncipe, son los más acérrimos intelectuales, aunque son lo contrario de todo cuanto os he explicitado, pero son la excepción que confirman la regla. Asi que como don Juan en esa famosa anécdota prefiero que me llamen maricón antes que intelectual.

             
              Seguimos sobreviviendo.
              

              Seguid con salud. Saludos E.




1 comentario:

El último de Filipinas dijo...

Pues se quedó en pretendiente y con la sensación de haber hecho de lo otro.