Querido
S:
Vuecencia,
como persona instruida, conoce esa célebre anécdota de don Juan de
Borbón, y que según cuenta la leyenda, cuando este, en los años
40, se encontraba exiliado en Estoril, uno de sus edecanes, le dijo,
"señor el Caudillo se ha referido a usted como el
Pretendiente", don Juan contestó, muy malhumorado, "prefiero
que me digan maricón antes que pretendiente".
Sire,
vos sabeis el gran amor que siento por mis amigos, a pesar de ser
unos perdidos intelectuales, entre ellos esta el Señor Aspirante,
gran amigo, con sangre de castellano viejo por parte paterna y de
genio nazari y actitud veroborreica, por parte materna. Es un gran
español, un faro para mí, en un montón de cosas, mi admiración
por llega a la idolatría, aunque tenga ciertas minusvalias
futbolístico-políticas, pero que debido, precisamente, a que es un
intelectual forma parte de todo el atrezzo mediático-filosófico que
le gusta montar para hacerse más visible, de forma discreta.
Siempre
he admirado en el señor Aspirante, esa infinita paciencia y
comprensión hacia mis heterónimos, Tulio, Osmín y Bernardo,
auténticos seres patéticos, carentes de moral, no por incapacidad
si no por devoción ética, lo cual, si cabe los hace más
despreciables. El Aspirante soporta con estoicismo sus "sordidas
historias" de falsos amores, de inexistentes damas que los
llevan a mal traer, incluso mi amigo les rie las gracias y los invita
a renombrados "agapes" lúdico-laborales, donde
afortunadamente su presencia ha impedido que estos personajes hayan
intentado seducir a alguna incauta señorita.
Recuerdo
con gran delectación cierta cena, en la que mi propia me había
permitido, con gran generosidad por su parte, acompañar a mi amigo y
a mis heterónimos como despedida del curso laboral. Fue una gran
noche, aunque cierta "sujeta" que presta sus servicios en
el templo del saber, ciertamente, no se como ni por cuanto tiempo,
realizo cierta ripio, de indudable mal gusto y que al resto de
señoras, todas ellas auténticas damas, les produjo cierto
azoramiento. En fin Sire, yo veía al señor Aspirante desenvolverse
con gran y brillante soltura entre la diferente grey que nos rodeaba.
Observad Sire, la brillantez del Maestro que declamó, sí declamó,
cierta relato sobre la compra, eso sí a bajo coste, y transporte de
aceite a granel, ni siquiera estoy seguro de que fuera aceite, pero
estaba extasiado por la forma en que relataba este sucedido y como
había conseguido captar la atención de todo el auditorio.
Vuecencia,
ya sabe como se las gastan estos intelectuales, como ya dije en otro
post, se les permiten cosas que a otros no se nos permiten, pero en
el caso del señor Aspirante, me rindo, ante su elocuencia, su
brillantez oratoria y sus rapidez de reflejos a la hora de contestar,
Sin
embargo hace unos días estaba manteniendo una discusión bizantina,
como las que suelo tener con el Maestro, es decir no sabemos como
empezó, ni tampoco recuerdo como terminó, en todo caso no tenía
una finalidad importante, ni tampoco buscábamos el llegar a ninguna
conclusión, sólo hablar por hablar, medir nuestras oratorias, ver
en materia escolástica quien la tenía mas larga, pero sin embargo
el señor Aspirante cometió un pecado, imperdonable en otra persona,
no en él claro. Sire, me llamó "intelectual" sí
"intelectual", entre comillas, no hay peor, falta, ofensa
insulto, para mí. Cuando oigo esa palabra me hecho mano a la
cartera, se me funden los plomos.
Como
Vuecencia sabe, durante mi vida he mantenido dos grandes luchas, una
alcanzar el ideal escolático de unir el mundo espiritual y el
físico, con predominio, por supuesto del espiritual, como ateo que
soy y otro nunca ser un intelectual, ya sabe, seres relativistas,
timoratos, responsables del retraso espiritual y físico de la
Humanidad, agufiestas, nuevos savonarolas de saldo, enemigos de la fe
y del ateismo, poseedores de una cursileria y pedanteria incabable e
inabarcable. Ya se Sire, que mis amigos el señor Aspirante, el Viejo
Lobo y el Príncipe, son los más acérrimos intelectuales, aunque
son lo contrario de todo cuanto os he explicitado, pero son la
excepción que confirman la regla. Asi que como don Juan en esa
famosa anécdota prefiero que me llamen maricón antes que
intelectual.
Seguimos
sobreviviendo.
Seguid
con salud. Saludos E.
1 comentario:
Pues se quedó en pretendiente y con la sensación de haber hecho de lo otro.
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