Querido S:
Como
Vuecencia sabe, el querer es un sentimiento, no un estado de ánimo. Los
clásicos decían que la diferencia entre un sentimiento y un de estado ánimo, es que el primero permanece
mientras que el segundo es algo transitorio. Pensamos, en nuestros delirios de
rapsoda fracasado, que no se puede querer si previamente no se ha estado
enamorado, es algo impepinable, el
querer es un sentimiento como os he comentado, mientras que el enamoramiento es
un estado de ánimo, es decir algo temporal, pero no se puede dar uno sin el
otro sin enamorarse no se puede querer. La pasión, el amor, es el primer paso para querer, es lo
que nos permite agarrarnos a un sentimiento que sí permanece, que forma parte
de nosotros, pero que también depende de nosotros que permanezca.
En
nuestra juventud, a Vuecencia, al igual que a mí, y de forma obligada por
supuesto, nos tocó leer con apenas veinte años el libro de Samuel Beckett “Esperando
a Godot”, un auténtico peñazo, por
necesidades del servicio, en esta caso de COU, un plomazo y que despache
rápidamente y sin el menor interés por ello cuando lo termine sentí unas
enormes ganas de tirarlo por el balcón, pero, y a pesar de los años
transcurridos, aún lo tengo en casa, para saber lo que no tengo que volver a
leer.
Sin embargo
nuestro amado Príncipe, gato decadente y excelso a un tiempo nos descubrió hace
unas pocas semanas otro libro de Beckett titulado “Rumbo a peor”, catálogo del
pesimismo vital, donde leí unos versos que describirían, de forma acertada nuestro desventurado
devenir en el complicado campo del Amor.
Siempre intentándolo. Siempre fracasando.
No importa. Inténtalo otra vez.
Fracasa otra vez. Fracasa mejor.
Efectivamente
Sire, así ha sido y desgraciadamente es nuestro devenir amoroso y lo peor, es
posible que también será. Como bien sabéis hasta hace no mucho tiempo nos
creímos enamorados de falsas Princesas, que nunca fueron tales y ni si siquiera
estuvimos enamorados de ellas. Esas inexistentes historias de amor, nunca
tuvieron la entidad de ser un fracaso,
porque hasta para fracasar hay que tener cierta entidad.
Pero afortunadamente otras Princesas, estas verdaderas, nos
sacaron de nuestro engaño, nos salvaron, airearon una estancia cerrada y con un
montón de trastos viejos. Porque tenéis que saber una cosa Sire, no hay
Princesas malas solo las hay buenas, y Ellas son las que nos han salvado,
aunque ni siquiera lo quieran reconocer y es posible que tampoco lo sepan.
Ellas nos han enseñado a dar lo mejor de nosotros y no lo peor, a luchar, y también, por qué no, a sufrir, porque en el
Amor de verdad también se sufre. En definitiva Sire, como os decía nuestro
devenir amoroso no ha sido lo que se dice un pleno de éxitos, más bien fracasos, pero
es que últimamente ni siquiera eso, por
fin ahora, gracias a Ellas estamos de nuevo recuperando el pulso, reaprendiendo
a amar, que significa eso simplemente y llanamente amar, ya lo dijo Oscar Wilde
“a las mujeres no hay que comprenderlas si no amarlas” y en eso estamos, amando
a las Princesas que nos han sacado del agujero, aunque fracasemos en el
intento, pero como decía Beckett, esta vez fracasaremos mejor, porque, pienso
yo, habrá merecido la pena fracasar de
nuevo.
Seguimos sobreviviendo, gracias a Ellas, de momento.
Seguid con salud. Saludos E.
Seguid con salud. Saludos E.
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