Hace unos pocos días se
publicaba un libro titulado “En nombre de Franco” cuyo autor es Arcadi Espada, en el que se
cuenta como en Budapest a finales de la II Guerra Mundial (aproximadamente en
1944), un grupo de diplomáticos españoles encabezado por Ángel Sanz Briz, embajador
de España en Hungría, consiguió salvar a miles de judíos de la muerta durante
la ocupación nazi. Afirma el autor que la razón del título es debido a que toda
esta gran operación fue dirigida por el régimen franquista, viendo que la
victoria de los aliados era incuestionable y que era muy importante ponerse a
bien con ellos en un futuro próximo. El maestro Arcadi también dice que este
libro se gestó cuando se documentaba
para un libro sobre una baronesa austriaca de origen judío, que acabo muriendo
en un campo de concentración y que tenía vínculos sentimentales con el gran
escritor español Josep Pla. Y es que muchas veces cuando estamos buscando o
investigando una cosa , acabamos descubriendo otra que resulta más interesante,
no sólo eso, sino que hace que abandonemos aquello que habíamos empezado a
estudiar y nos encontremos con algo nuevo que además nos acaba enriqueciendo en
todos los aspectos y que nos permite tener una nueva perspectiva de las cosas.
El caso es que durante
varios meses he estado sumergido en un farragoso trabajo para tratar de
descubrir no sólo quien fue el famoso y reputado periodista que tenía
preparados dos artículos al día siguiente del 23-F, uno por si ganaban los
golpistas y otro por si perdían, sino también quería encontrar esas dos piezas
periodísticas de enorme interés en la Historia de España. Sin embargo la diosa
fortuna, a través de unos documentos que me hizo llegar un anónimo colaborador,
me ha permitido clarificar cierto incidente protagonizado hace varios años en
televisión por un insigne escritor, innovador de la lengua española, según
muchos, brillante pluma de nuestra literatura, romántico empedernido que
escondía dicho sentimiento bajo una actitud chulesca, a la par que fría y
distante que además mantenía muy buena
relación con este famoso periodista.
Parece ser que el insigne
escritor, a pesar de ser uno de los más importante articulistas de la prensa
española, no tenía demasiado éxito comercial con sus libros, vamos que no
vendía nada, pero precisamente eso es lo que me permitía tener las espaldas
cubiertas económicamente con lo que poder publicar alguna que otra obra
literaria, por lo que era personaje habitual en varios programas de la
televisión. En esa época fue invitado a uno de ellos, cuya presentadora había
mantenido relaciones íntima con el escritor (o puede que incluso las siguiera
manteniendo en ese momento), circunstancia que hasta el día hoy dicha
periodista ni confirma ni desmiente Nuestro literato, como persona inteligente
y hábil vio en esa circunstancia una oportunidad más que adecuada para
promocionar su libro, pero tenía que hacerlo de una forma que no pareciese
premeditada, pero también que fuera lo más impactante posible para que tuviera
la repercusión adecuada ante la opinión pública. Y es aquí cuando entra en
contacto con el “famoso periodista” que también iba a ir a dicho programa como
invitado.
Según consta en la documentación
que obra en mi poder el “insigne periodista y el insigne escritor” se reunieron
para charlar en un principio de cuestiones no importantes, aunque por supuesto
el insigne escritor sabía perfectamente lo que quería y también el insigne
periodista aunque formalmente ambos hacia ver hacia al otro que no lo sabían.
El insigne escritor le comento
a su amigo la necesidad de promocionar su libro como fuera y que estaba
dispuesto a montar un bueno pollo en el estudio de televisión para que así
fuera.
-“He pensado, querido
Emilio (dijo el insigne escritor) en
decir en público que he ido a ese programa a hablar de mi libro, a pesar
de no cobrar un duro. Además no le diré nada a Merceditas hasta el final del
programa para pillarla de improviso”.
-“Pero vamos a ver,
querido Paco (dijo el insigne periodista), tengo que decirte que no es
necesario que te metas en esos berenjenales, y más teniendo en cuenta que al
contrario que yo, acudes sin cobrar un
duro a cualquier programa de televisión, tú ya eres un clásico de nuestras
Letras y además estoy seguro que muy pronto serás académico, aunque ya sabes
que en este país de indignos y de comemierdas cuanto más indigno y comemierdas
eres más rápidamente medras.
Paco ya sabes que yo no
soy muy dado a ello, pero para mi sería un honor que aceptases la mitad del
dinero que cobraré precisamente en ese programa, para colaborar en la difusión
de tu nuevo libro”.
-“Gracias Emilio, pero no
puedo aceptar tu amable ofrecimiento, porque yo busco conquistar la posteridad,
en todo caso si que te pediría que cuando yo afirme serio y circunspecto que no
he cobrado un duro por ir a la televisión y te pregunté si tu has cobrado algo,
no me contestes y me mires con cara de sorpresa”.
-“Cuenta con ello Paco”.
Este diálogo es literal de
acuerdo con los papeles que han llegado a mi poder. La verdad es que después de
leerlos ciertos difusos pasajes de la Historia reciente de España, se han
aclarado. Además investigando al respecto también pude saber que el “insigne
escritor” contaba con un “negro”, que en las épocas en que estaba atareado
pergeñando algún libro , le escribía sus artículos diarios. También investigue
algo al respecto, y parece ser que este colaborador esporádico del “insigne
escritor” era un ferviente admirador del mismo, con un talento literario y una
brillantez intelectual comparable al de su maestro. El insigne escritor se
refería al mismo utilizando un nombre clave “El Príncipe”. Este personaje
también ha suscitado mi interés incluso en un momento dado aún mayor que el
insigne escritor, pero tampoco puedo entrar en detalles porque mi labor de
campo sobre el susodicho “Príncipe” esta empezando. En todo caso si que puedo
decir sobre él que como todos los
grandes genios muchas veces jugaba a la confusión y al despiste para disimular su
infinito talento, diciendo soplapolleces.
Es posible que las
inagotables jornadas de trabajo y estudio para aclarar estos grandes misterios
hayan afectado mi ya quebrantada salud ,tanto mental como física y es por ello
que aún no se quienes son el “insigne
periodista”, ni el “insigne escritor”, ni mucho menos el “negro” de este.
Pero ya se sabe de donde
no hay no se puede sacar.¡SALUD, REPÚBLICA Y ARRIBA ESPAÑA!
4 comentarios:
Viendo lo prolija de su actividad investigativa y documental no me extraña en absoluto que haya estado tanto tiempo sin actualizar su blog.Me barrunto de todas maneras quienes son la mayoría de los protagonistas de esta historia,salvo el llamado "Príncipe".Celebro su vuelta señor francotirador, aunque veo que no se resiste a utilizar, como siempre, algo de sal gorda.Lo dicho un saludo y bienvenido.
Le agradezco infinito tanto su bienvenida, como su interés hacia mi humilde blog.En cuanto a la sal gorda como diría el otro "forma parte de mi naturaleza".Saludos y de nuevo gracias.
Sr. Francotirador, el vespertino madrileño que dirigía don Emilio más que un periódico era una escuela de periodismo, a la que sin duda le hubiera gustado asistir a Paco al día siguiente de la noche que llegó al Café Gijón. Las razones de su no colaboración las explica en Días felices en Argüelles, memoria, que estoy seguro, usted ya conoce.
El artículo presuntamente apócrifo al que usted se refiere, estoy seguro que existió. A don Emilio no le ibba a pillar en fuera de juego ningún golpista cuartelero, ni mucho menos unos demócratas advenedizos. El desarrollo de los acontecimientos impidió su publicación, como ocurre con muchos proyectos editoriales, cartas, glogs y comentarios que nunca ven la luz. Se escriben, pero las circunstancias mandan y se quedan sin publicar, enviar o editar.
Así es el periodismo y la vida...
Efectivamente la vida es así, yo de todas maneras no desespero en mi búsqueda de ese artículo que desde luego no es tan apócrifo.Hecho de menos a personajes como Emilio Romero,Francisco Umbral,Santiago Amón y otros grandes clásicos del Siglo XX que nos enseñaron tantas cosas aunque fuera con efectos retroactivo en alguien de tan escaso talento como yo.
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