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2 comentarios:
El tema del 23 de abril es uno de los episodios más polémicos de la historia moderna española, y su interpretación depende mucho de la tendencia política del historiador de turno.
El 23 de abril de 1521 los comuneros de Castilla eran definitivamente derrotados por las tropas de Carlos I en la Batalla de Villalar.
De forma resumidísima, la guerra de los Comuneros surge cuando una serie de colectivos muy diversos de la Castilla de la época (burguesía incipiente, nobles, clero, campesinos…) se alzan contra el nuevo Rey de España, Carlos I, por considerar que su política atentaba contra la identidad y los fueros de Castilla, y que con sus preocupaciones imperiales tenía completamente abandonada la gestión de los territorios castellanos. La idea fundamental era que le consideraban un rey extranjero, ajeno a los intereses del Reino de Castilla. Una de las causas del estallido de la revuelta fue en nombramiento de un extranjero como Presidente de las Cortes.
Tras diversas batallas, entre las que cabe destacar la de Segovia, los comuneros fueron aplastados en Villalar, siendo decapitados los principales cabecillas (Bravo, Padilla y Maldonado), que dan nombre hoy en día a calles de numerosos pueblos y ciudades de Castilla y León.
Por ser lo más objetivo posible (aunque me cuesta horrores), intentaré explicar las dos grandes versiones sobre el tema:
1-La versión defendida históricamente por los liberales y la izquierda (y que ahora es la “versión oficial”, recogida incluso en el Preámbulo del nuevo Estatuto de Autonomía de Castilla y León) es que las clases más populares y algunos nobles sensibilizados se levantaron contra un monarca centralista que se cargó los Fueros de Castilla y dejó casi inoperativas las Cortes de Castilla y León. Esta versión insiste machaconamente en el origen popular de la revuelta y en su finalidad de restaurar derechos individuales pisoteados por el tirano. Estos autores defienden que la revuelta comunera es el primer antecedente de la Revolución Francesa y del resto de revoluciones liberales europeas.
Copio lo que dice el Estatuto de Autonomía:
“De estas tierras surgió el clamor que, en 1520, con la formación de la Junta Santa de Ávila, se alzó en defensa de los fueros y libertades del Reino frente a la centralización del poder en manos de la Corona que encarnaba Carlos I. Si en Villalar (23 de abril de 1521) la suerte de las armas fue adversa a los Comuneros, no ocurrió así con sus ideales, que pueden ser considerados precursores de las grandes revoluciones liberales europeas. Como homenaje a ese movimiento el 23 de abril es hoy la fiesta oficial de la Comunidad Autónoma”
2- La versión clásica de la derecha difiere en no pocos puntos. Consideran el levantamiento como un “movimiento tardomedieval” bastante paleto. Es decir, que cuando Europa se estaba transformando, cuando estaban surgiendo los Estados modernos , cuando se estaban superando el feudalismo y los localismos forales, y se estaba apostando por una legislación única para todos (en vez de fueros para cada pueblo), un movimiento retardatario, anti-imperial, y casi separatista, integrado por los nobles, los comerciantes ricos y el clero, se alzó contra el Emperador únicamente en defensa de sus privilegios de clase, y sobre todo de los aranceles (impuestos internos a la importación, que les reportaban pingües beneficios y que obviamente peligraban). Los Comuneros –según esta versión- tenían unas mentes anticuadas y fueron incapaces de entender la grandiosidad y la modernidad del nuevo modelo político, que superaba los particularismos en beneficio de un gran proyecto común imperial, cosmopolita y evangelizador.
Yo creo que ninguna de las dos versiones se ajusta exactamente a la realidad, especialmente en su afán de negar la participación de los ricos y los pobres respectivamente. En cualquier caso, a mí me convence mucho más la segunda, aunque a fecha de hoy está, por desgracia, completamente desprestigiada entre los historiadores, por el único motivo de haber sido defendida por la historiografía franquista.
Los defensores de esta teoría solemos despotricar contra la fiesta del 23 de abril, y proponemos (ya se ha hecho por infinidad de cauces) que la Fiesta de la Comunidad de Castilla y León sea trasladada al día 30 de mayo, festividad de San Fernando, por haber sido el Rey Fernando III el Santo (canonizado en 1671) el artífice de la tercera y definitiva unión de los reinos de Castilla y de León en 1230.
La primera visión,me parece la típica de los nacionalistas que tienden a manipular la historia,en cuanto a la segunda tal vez me parezca un poco más creible pero también hasta cierto punto,en todo caso creo en la honestidad de Padilla,Bravo y Maldonado como personas
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