Querido
S:
Vuecencia
como persona instruida, imagino que habrá leido la novela del
Maestro Cela “San Camilo, 1936” publicada en 1969, con una
dedicatoria poco conocida, suprimida en las ediciones posteriores al
año 1975.
“A
los mozos del reemplazo del 37, todos perdedores de algo: de la vida,
de la libertad, de la ilusión, de la esperanza, de la decencia”.
“Y
no a los aventureros foráneos, fascistas y marxistas, que se
hartaron de matar españoles como conejos y a quienes nadie había
dado vela en nuestro propio entierro”.
Como
se puede observar dedicatoria politicamente incorrecta, en la que se
refiere a esos jóvenes, como el autor en esa época, apenas niños
que con menos de veinte años fueron mandados al matadero tanto por
fascistas, como por comunistas, en fin dos lamentables alternativas,
la mala, el fascismo y la dictadura franquista, y la peor una
dictadura comunista representada por, la ya en esa época, ilegítima
Segunda Republica, convertida en una sórdida zahurda estalinista, en
la que los sicarios españoles del bolchevismo practicaban con
enorme ferocidad la violencia y el terror, además de con el bando
contrario, también, y con más saña con el propio.
El
caso es que el Maestro Cela retrata entre otros ambientes de ese
momento histórico el de la casas de lenocinio, y las opiniones de
los personajes de variado pelaje que por allí pululaban. Este es un
universo curioso, bueno más que curioso es curiosa la forma en que
los clásicos han hablado de ese tipo de locales.
Uno
de ellos sería, por supuesto el señor Romaguera, persona pero que
bien podría ser personaje, pero desde luego nunca personajillo,
culta y decadente a un tiempo, podría pasar por pérfido burgués de
provincias, pero sin embargo ha sido un brillante conspirador de
causas revolucionarias, con inadecuados compañeros de viaje.
El
señor Romaguera es de pocas sentencias, pero muy categóricas,
recuerdo en cierta ocasión, que me hizo constar que a la hora de
mantener relaciones íntimas de índole sexual, nunca utilizaba los
preceptivos medios profiláctivos, tan necesarios para prevenir
cualquier tipo de contingencia no deseada, vamos que como diría
Marianíco el corto, “follaba sin condón”. Y aquí Sire es donde
os quiero comentar ese desahogo (esto es plagio y lo siguiente
también), en que siempre cae el señor Romaguera, porque habla de
ciertas cosas con la osadía típica de quien maneja palabras con la
misma ligereza que ciertos conceptos. Porque para alguien como yo,
que cree en el Amor, con mayúsculas, como siempre, pero en todo tipo
de Amor, desde el mas pagano, impio y hedonista, hasta el más
religioso y sacro, no se puede decir de forma ligera que uno mantiene
relaciones íntimas sin preservativo, pero no sólo eso sino además
decirlo con chuleria y suficiencia, como perdonando la vida a quienes
le rodean. Llegado este punto también os tengo que reconocer, que el
no practicar de forma habítual o de forma no satisfactoria
relaciones íntimas puede producir trastornos del humor, o como
diría, volviendo a nuestro admirado Marianico el corto “el follar
poco o mal, pone de mala leche o más bien de mala hostia”, la
verdad es que esa certeza escolástica, es a la que llego cada vez
que estoy en el trabajo y trato con gran cantidad de compañeros y
compañeros, hay que ser igualitario en el uso del lenguaje, bueno en
esto no sólo en el trabajo, estoy por deciros que eso en España
abunda, en conocidos, saludados y aledaños, nunca en los amigos por
eso son amigos precisamente.
Pero
sin embargo a pesar de todo ello, el señor Romaguera, habitual
visitante de casas de lenocinio, lleva una pulcra y rigurosa
organización a la hora de mantener el correspondiente fornicio en
esos lugares, pues va un día determinado a la semana y además la
meretriz siempre es la misma, así pues nuestro heroe tras el
correspondiente desfogue y posterior pago del correspondiente
estipendio por los servicios prestados, regresa como cualquier
español de bien y que se viste por los pies a su morada, como
persona decente y temerosa de Dios que es, santificando las fiestas
en compañía de su propia, Dama extraordinaria por otro lado, y
cumplir con sus obligaciones de padre modelo y marido ejemplar.
En
fin Sire, el señor Romaguera no sería un entrañable putañero,
vocablo para mi especialmente querido, sino un putero ilustrado, no
un putero cualquiera sino uno ilustrado, que da raigambre a la
utilización como usuario del segundo oficio más antiguo del mundo,
porque el primero es el de alfarero.
Seguid
con Salud.
Saludos
E. Besos desde la guarida.
Seguimos
sobreviviendo.
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