lunes, 17 de abril de 2017

UN PUTERO ILUSTRADO.

Querido S:

Vuecencia como persona instruida, imagino que habrá leido la novela del Maestro Cela “San Camilo, 1936” publicada en 1969, con una dedicatoria poco conocida, suprimida en las ediciones posteriores al año 1975.

“A los mozos del reemplazo del 37, todos perdedores de algo: de la vida, de la libertad, de la ilusión, de la esperanza, de la decencia”.

“Y no a los aventureros foráneos, fascistas y marxistas, que se hartaron de matar españoles como conejos y a quienes nadie había dado vela en nuestro propio entierro”.

Como se puede observar dedicatoria politicamente incorrecta, en la que se refiere a esos jóvenes, como el autor en esa época, apenas niños que con menos de veinte años fueron mandados al matadero tanto por fascistas, como por comunistas, en fin dos lamentables alternativas, la mala, el fascismo y la dictadura franquista, y la peor una dictadura comunista representada por, la ya en esa época, ilegítima Segunda Republica, convertida en una sórdida zahurda estalinista, en la que los sicarios españoles del bolchevismo practicaban con enorme ferocidad la violencia y el terror, además de con el bando contrario, también, y con más saña con el propio.

El caso es que el Maestro Cela retrata entre otros ambientes de ese momento histórico el de la casas de lenocinio, y las opiniones de los personajes de variado pelaje que por allí pululaban. Este es un universo curioso, bueno más que curioso es curiosa la forma en que los clásicos han hablado de ese tipo de locales.

Uno de ellos sería, por supuesto el señor Romaguera, persona pero que bien podría ser personaje, pero desde luego nunca personajillo, culta y decadente a un tiempo, podría pasar por pérfido burgués de provincias, pero sin embargo ha sido un brillante conspirador de causas revolucionarias, con inadecuados compañeros de viaje.

El señor Romaguera es de pocas sentencias, pero muy categóricas, recuerdo en cierta ocasión, que me hizo constar que a la hora de mantener relaciones íntimas de índole sexual, nunca utilizaba los preceptivos medios profiláctivos, tan necesarios para prevenir cualquier tipo de contingencia no deseada, vamos que como diría Marianíco el corto, “follaba sin condón”. Y aquí Sire es donde os quiero comentar ese desahogo (esto es plagio y lo siguiente también), en que siempre cae el señor Romaguera, porque habla de ciertas cosas con la osadía típica de quien maneja palabras con la misma ligereza que ciertos conceptos. Porque para alguien como yo, que cree en el Amor, con mayúsculas, como siempre, pero en todo tipo de Amor, desde el mas pagano, impio y hedonista, hasta el más religioso y sacro, no se puede decir de forma ligera que uno mantiene relaciones íntimas sin preservativo, pero no sólo eso sino además decirlo con chuleria y suficiencia, como perdonando la vida a quienes le rodean. Llegado este punto también os tengo que reconocer, que el no practicar de forma habítual o de forma no satisfactoria relaciones íntimas puede producir trastornos del humor, o como diría, volviendo a nuestro admirado Marianico el corto “el follar poco o mal, pone de mala leche o más bien de mala hostia”, la verdad es que esa certeza escolástica, es a la que llego cada vez que estoy en el trabajo y trato con gran cantidad de compañeros y compañeros, hay que ser igualitario en el uso del lenguaje, bueno en esto no sólo en el trabajo, estoy por deciros que eso en España abunda, en conocidos, saludados y aledaños, nunca en los amigos por eso son amigos precisamente.

Pero sin embargo a pesar de todo ello, el señor Romaguera, habitual visitante de casas de lenocinio, lleva una pulcra y rigurosa organización a la hora de mantener el correspondiente fornicio en esos lugares, pues va un día determinado a la semana y además la meretriz siempre es la misma, así pues nuestro heroe tras el correspondiente desfogue y posterior pago del correspondiente estipendio por los servicios prestados, regresa como cualquier español de bien y que se viste por los pies a su morada, como persona decente y temerosa de Dios que es, santificando las fiestas en compañía de su propia, Dama extraordinaria por otro lado, y cumplir con sus obligaciones de padre modelo y marido ejemplar.

En fin Sire, el señor Romaguera no sería un entrañable putañero, vocablo para mi especialmente querido, sino un putero ilustrado, no un putero cualquiera sino uno ilustrado, que da raigambre a la utilización como usuario del segundo oficio más antiguo del mundo, porque el primero es el de alfarero.

Seguid con Salud.

Saludos E. Besos desde la guarida.

Seguimos sobreviviendo.


No hay comentarios: