miércoles, 14 de julio de 2010

RECORDANDO A DELIBES.


"Una noche me asaltó la idea del suicidio y no me pude controlar;de una manera impensada,abrí la puerta,y di la luz.No había nadie.La cama no estaba usada,aunque tal vez la colcha conservara la huella de su cuerpo.Corrí a la cocina,luego al salón,al dormitorio de Mar y de la niña,junto al nuestro,al de los chicos,sin resultado.Entonces,subí al estudio.Desde el rellano la descubrí ahí,en el diván,bajo la pálida luz del piloto pasando un cuadro tras otro,maquinalmente,como quien mira fotografías.Eran viejos cuadros deslucidos por el tiempo y el retoque.Estaba descalza,sentada sobre sus pies desnudos,y en el suelo,al alcance de la mano,el inevitable vaso de agua.Entre sus labios temblaba una sonrisa melancólica,tan pequeña que era más bien un esbozo.No había advertido mi presencia,pero cuando subí otro peldaño,dirigio los ojos a la escalera sin el menor sobresalto;sonrió al verme:no bajan los ángeles ¿verdad?,dijo.Me miraba resignada,con una pálida piedad.Yo asentí con la cabeza.¿Hace mucho tiempo?Hice un esfuerzo:Desde que enfermaste,dije.Dobló la cabeza como solía hacer,buscando una perspectiva más favorable para mirarme:Pero supongo que no tendrá nada que ver una cosa con la otra,añadió.Fue algo imprevisto.Iba a responderle,que no,que mi sequía actual era una crisis más,que pasaría como habían pasado otras,pero repentinamente,titubeé,se me aflojó la garganta y rompí a llorar.Nunca había llorado ante ella y ,entonces,me cogió las manos y me sentó a su lado,en el sofá,dejando que mi cabeza reposara sobre su hombro:Me acarició la frente:No te aturdas;déjate vivir,decía.Súbitamente le confesé que no eran los ángeles,sino ella la que pintaba por mí,que yo me limitaba a ser un médium,un eco de su sensibilidad.Aproximó la cabeza para mirarme fijamente a los ojos:Eres tú quien pinta;métetelo en la cabeza,dijo.Señalé los cuadros arrinconados:ya lo ves,añadí descorazonado.Me besó espontáneamente en la mejilla y dijo:Primo dice que el artista es un Guadiana que aflora y se sumerge alternativamente.Rodeé con mi brazo sus frágiles hombros y la atraje hacia mí.Veía sus ojos tan próximos que me ofuscaban:Estás un poco trastornado con mi operación,eso es todo.La besé.Debes serenarte,añadió.Nos besamos otra vez,luego muchas,cada vez más honda y frenéticamente,y acabamos amándonos allí mismo,sobre el diván,como había hecho otras veces.Fue nuestra despedida".

1 comentario:

El Viejo Lobo dijo...

...y acabamos amándonos allí mismo..."