Querido S:
El Maestro Fernando Savater dice en su ensayo "Apóstatas razonables" que la biografía es la novela que escriben los que no saben escribir novela. Siempre he pensado que aquellos que les gusta decir públicamente aquellos libros que han leído o aquellas películas que han visto, son unos pelmazos, cretinos y sobre todo cursis. En lo referente a lo primero ya lo soy, gracias a Dios (aunque soy ateo), en lo referente a lo segundo sólo a tiempo parcial, pero en lo referente a lo tercero lucho cada día por serlo.
Hay noches históricas y aquella lo iba a ser, porque el Viejo Lobo presentaba mi ensayo "El Amor, un estado fallido". Observe vuestra Excelencia que es un título polisémico, aquí "estado" no es un ente político-administrativo, no, aquí hace referencia a un sentimiento, en este caso fallido. Sire como sabéis, he fracasado en el Amor, lo que es más soy el ejemplo "patético" de ello, por eso abandoné un puesto relativamente cómodo en la administración y me hice camionero siguiendo la tradición familiar.
No hay dicha más hermosa que ir conduciendo un camión en la soledad de una carretera, por encima de todo y de todos, triunfando como un caballero andante, como un viejo quijote, que, en este caso, sólo puede presumir de esperar con angustia, miedo e incluso entusiasmo al puto barquero. Por ello escribí este ensayo en las horas de asueto durante mis viajes por las carreteras de España, por cierto Sire, os habréis dado cuenta de mí pedantería cursilesca al usar la palabra “asueto”. Es este un texto denso, complicado, como espero que sea este post. Escrito, como os iba diciendo, no para que sea leído, ni entendido, ni defendido, ni para que se compré, no Sire, escrito por el simple placer de escribir, como decía el Maestro Umbral. Y además pretendo ser ininteligible, hacer incómoda la lectura, y por ello voy a intentar escribir esta entrada con pocos puntos y aparte y sin separación entre los párrafos. Fastidiar al lector, porque la Literatura, y por supuesto que todo esto es Literatura, es cultura y la cultura si no provoca es una basura. El caso es que mi amigo el Viejo Lobo, también conocido como el Príncipe, también conocido, como el australiano y también conocido, de forma definitiva, por su nuevo sosias que además había estampado en su tarjeta de presentación "Efrusino Ibáñez Chinchilla, intelectual orgánico", iba a tener, como siempre, un papel muy importante en este asunto.
-Pupu- me dijo- será para mí un honor presentar tu libro. He pensado en un pequeño local en el que estaríamos unos pocos incondicionales.
Os podéis imaginar mi enorme ilusión. El caso es que el Príncipe me había citado a las afueras de la ciudad en un polígono industrial bastante apartado. Me sentí muy contento por ello, porque a pesar de que el australiano siempre arrastra multitudes, yo soy persona solitaria como buen misántropo, porque pienso que la gente es basura en gran parte que no merecen el aire que respiran. Pero sin embargo me encontré con el primer contratiempo nada más llegar. A la entrada me estaba esperando Osmín, siniestro personaje que ya conocéis, en fin, cosas de don Efrusino, me hizo pasar a un pequeño pasillo con poca luz y me dijo que esperara al Príncipe. El australiano siempre ha sido muy teatrero y sobre todo muy respetuoso con la liturgia de "actos" de este tipo.
Por fin, tras unos minutos de espera, apareció el Príncipe me hizo pasar a un pequeño espacio mitad habitáculo mitad pasillo totalmente a oscuras, y me dijo:
-Por favor, espera otro momento- dijo aguantándose la risa-.
En aquella estancia oscura ese “momento” se me hizo eterno. Los pensamientos se amontonaban en mí cabeza, y no sé por qué, o mejor dicho claro que sé por qué, recordé rápidamente y fotograma a fotograma las imágenes de mí vida, y en ese momento Sire, sólo en ese momento pensé que la Muerte no era algo malo porque nunca había tenido esa sensación de paz y tranquilidad, si el final era así estaba deseoso de que viniera Caronte a por mí. De repente oí la voz del Príncipe que me decía “ven Pupu”. Pude ver entre penumbra su figura al final de la estancia con una luz muy tenue.
Llegué hasta allí y de repente se encendió una enorme luz que casi me deslumbró y vi que me encontraba en una enorme nave industrial abarrotada de gente, pude ver un montón de caras conocidas. Allí estaba la princesa mala y su respectivo, la princesa buena y su respectivo, la princesa del pasado que estaba para mi sorpresa con don Pedro O’Maley, estaban casi todas las mujeres que habían significado algo en mi vida, en mayor o menor medida, afortunadamente acompañadas de sus respectivos…bueno no tan afortunadamente porque allí estaba también Cordelia con su respectivo y eso sí que no me hacía ninguna gracia. De repente noté que alguien me tocaba en el hombro me dí la vuelta y allí estaba el Maestro Pla.
-Esto es espectacular, pero ¿usted sabe quién lo paga?, porque esto es mucho gasto, y disculpe que le haga esta pregunta- me dijo el Maestro-.
-La verdad es que no lo sé, pero le agradezco mucho que haya venido Maestro…
-¡Por favor!- me contestó mientras agitaba las manos- disculpe me voy a tomar una copa de vino, no quiero hacer ningún desprecio.
Se me acercó también el señor Cónsul.
-Veo que don Efrusino mueve multitudes. Tengo que decirle que todo lo que sea en pro de la cultura, y más en un ensayo como el suyo, aunque tengo que decirle una cosa, por favor acérquese un poco.
Me acerqué y me dijo al oído:
-Disculpe, pero he dejado el libro de momento… en la página 453, es menos de la mitad creo que tiene aproximadamente 2500 páginas, pero me ha salido un bono para irme con una señora a un balneario en La Solana. Estoy seguro que me entiende. De todas maneras, tengo que pedirle que persevere, no sé en qué, pero lo más conveniente es que persevere.
-Pupu, por favor ven un momento Paco te quiere saludar- me dijo el Príncipe.
Allí estaba sentado Paco, con el vaso de tubo en la mano donde imagino que habría una bebida no precisamente isotónica, me hizo señas con el dedo índice para que me acercara donde estaba sentado.
-Definitivamente la cultura se va a tomar por culo, Efrusino me ha obligado a leer tu Ensayo, en fin, si fuera generoso te diría que simplemente es un tostón, pero eso fue lo que pensé en la primera lectura en la segunda me pareció una auténtica basura, bueno ni siquiera eso porque por lo menos la basura se puede usar como abono.....En fin no sabes de Literatura, con mayúsculas, y visto lo visto ni falta que hace. Te lo dije hace tiempo, escribir no es practicar el onanismo, aunque considero esta práctica el acto más hermoso que puede hacer un ser humano, pensar en si mismo, ese fue mi gran problema, sólo pensé en agradar a las señoras, no sé porque extraña razón, pero tienes que saber que la única mujer a la que amé y sigo amando es María. Bueno chaval, déjame en paz, y dile al Príncipe que me traigan Whisky del bueno y no este que es de garrafón.
Paco me dijo estas palabras mientras sonreía mirando de reojo al Príncipe que estaba atendiendo a dos señoras de Caudete de las Fuentes que le habían traído, no sé por qué extraña razón, una mantelería.
También se acercó a mí el señor Cónsul con mi nieta de la mano.
-Buenas Pupu-me dijo-espero que no se haga muy tarde porque tu nieta no creo que aguante tanto tiempo.
ELLA sin embargo se abrazó a mí y me dijo:
-Yayo, este señor no hace más que mirar a las señoras.
No pude por menos que sonreír. Por supuesto no podía contarle a la chiquilla que el señor Cónsul había escrito un poemario dedicado a una señora de Albacete que le llevaba a mal traer, pero que sin embargo al final había conseguido seducir, no sé cómo, pero lo había conseguido, y lo que es más esa noche estaba también allí.
La Dama en cuestión ostentaba un cargo directivo en una entidad bancaria manchega. El señor Cónsul, que como sabe vuestra Excelencia se gana un cuantioso estipendio económico como técnico en reparaciones de elementos de mantenimiento de inodoros, vamos fontanero, que complementa con sus cuantiosas ganancias como empleado público y poeta a tiempo parcial, había conocido a esta señora en uno de sus servicios, y mientras cambiaba la cadena de la mochila del inodoro de la susodicha le había recitado unos poemas en rima asonante escritos por él.
En fin, Sire, que todo el mundo triunfa en el Amor menos yo.
Me fascinaba la historia de Amor del señor Cónsul, la forma en que había seducido y sugestionado a su Dama, “no conozco a nadie capaz de recitar un poema mientras cambia la mochila del inodoro”, dijo la susodicha en cuestión. El caso es que una cosa llevo a otra cosa, y el señor Cónsul y la señora quedaron en verse en una lectura poética organizada por el susodicho para fomentar la cultura entre las nuevas hornadas de la función pública de la administración regional valenciana, craso error. En fin ¿cómo es posible que el Amor trastoque la manera de percibir la realidad?. Cuando en verdad Sire, y es lo que me indigna, el Príncipe sabe perfectamente cual es la clave de todo, pero sin embargo él quiere que sea yo el que la encuentre. Mundo verdaderamente curioso este de las artes amatorias porque es de lo que se trata, recuerdo como gran cantidad de Damas me han intentado usar como celestino para acercarse al Viejo Lobo, y yo, como patriota y español de bien he salido de esa situación de la mejor manera posible, que no era otra que ponderando amablemente, los no menos amables ofrecimientos de la damas haciéndoles ver que debido a las obligaciones del cargo del australiano debía de asistir a innumerables eventos tanto en España como en el extranjero, en otras palabras les daba largas. En algunos casos lo entendían, pero en otros, la mayoría de las veces, no sólo les molestaba si no que me echaban la culpa, lo cual era un honor para mí, ser inmolado por las damas en defensa del Príncipe.
-Don Eufrasio, por favor va empezar el acto- me dijo en tono solemne y respetuoso, para mi sorpresa, Osmín.
La gente se iba sentando. Mi nieta ya estaba en las rodillas de su padre, también vi a las señoras que os he mencionado más arriba y que en determinados momentos de mi vida, me han merodeado con mejores o peores intenciones, y por supuesto estaba ELLA, Cordelia, con su susodicho, por llamarlo de alguna manera.
-Muy buenas noches a todos- empezó a hablar el Príncipe- hoy estamos aquí, parece el comienza de una ceremonia nupcial- dijo sonriendo- para hablar, para presentar, “esto”- dijo enseñando el libro, tras lo cual lo lanzó al suelo-. Perdonen, especialmente las Damas, pero es lo más digno que se puede hacer con semejante mamotreto, que no dice absolutamente nada, porque está escrito por alguien que aún sabe menos y más cuando se trata del Amor.
El arranque había sido extraordinario, gran parte del auditorio se puso en pie, según me contaron después, porque yo sólo podía mirar a Cordelia y su sonrisa, y sobre todo como nos mirábamos, a pesar de que había muchísima gente en ese momento estábamos los dos solos.
-Muchas gracias- dijo el Príncipe, mientras pedía un poco de calma para continuar-. El único mérito de este libro es que alguien que siempre ha huido del Amor, como alma que lleva el diablo, ha sido capaz de escribir más de dos mil páginas hablando de la nada. Me resulta indignante, pero sin embargo es recomendable comprar este libro, no por su inexistente valor, si no porque siempre habrá algún indeseable o algo peor al que hacerle pagar el hecho de que exista como ente o similar y que mejor manera de demostrarle todo nuestro desprecio que regalándole “esto”- y saco de una bolsa de plástico que tenía convenientemente preparada debajo de la mesa, otro ejemplar de mi obra.
La multitud, en ese punto, estaba enloquecida, incluso un grupo de señoras de la Agrupación socialista de no recuerdo que pueblo cerca de Valencia, se levantaron de sus sillas y las empezaron a agitar al aire. En fin Sire, aquello iba a más. En ese punto vi como mi hijo me decía mediante signos que se tenia que llevar a mi nieta, que se había quedado dormida en sus brazos a casa.
Mientras tanto la gente estaba en auténtico estado de excitación tras oír aquellas palabras del Viejo Lobo. El Príncipe levanto la mano pidiendo silencio.
-Por favor-dijo- permítanme continuar. Mi querido amigo autor de “esto” y aquí presente, ha tenido a bien elegirme, de forma más que merecida, modestia a parte, para dar a conocer en público este ensayo. Y efectivamente, lo único “presentable”- dijo con una media sonrisa, mientras la concurrencia reía tan brillante juego de palabras- es mi presentación y en eso mi querido amigo Pupu demuestra tener una mínima sensibilidad, y sabe perfectamente que este libro no será recordado nunca salvo por una circunstancia, mis palabras. En definitiva, háganme caso, cómprenlo a sus enemigos. Muchas gracias ¡¡SALUD, REPÚBLICA Y ARRIBA ESPAÑA!!.
En este punto la multitud estaba enfervorizada, había dos señoras bajo el estrado que le estaban pidiendo en matrimonio al Viejo Lobo, yo me sentía incómodo mirando a la Princesa que afortunadamente, y acostumbrada a ello, no se lo tomaba en serio.
-Por favor bajen rápido-dijo Osmín acompañado de dos edecanes menores que nos fueron abriendo paso hasta un reservado en el que nos esperaba Paco estaba dando cuenta de unas olivas y de un vaso de Whisky.
-Vaya con Efrusino, eso es una presentación y lo demás son tonterías, pero no entiendo como se puede desperdiciar semejante talento, sólo tú has entendido que lo importante es vender, ¡ole tus huevos!.
-Por favor Paco, no exageres, apenas he improvisado unas palabras.
Paco se atraganto de la risa al escuchar estas palabras.
-Bueno me tengo que volver al limbo, a ver que cuenta el angloaburrido o anglojodido esta noche. Que os den chavales.
Y allí nos quedamos unos minutos el Príncipe y yo, siendo conscientes de las palabras que habíamos escuchado y sobre todo quien las había dicho.
De repente sonó el teléfono móvil del Viejo Lobo. Lo descolgó rápidamente al ver quien era. Vi que sonreía con cara de sorpresa y me dijo:
-Te lo paso, es el Clásico.
Con sorpresa, pero abrumado porque el Clásico, un poco más pedestre era más aficionado a los placeres no solitarios, si no acompañado de alguna señora se puso al otro lado del hilo telefónico.
-Buenas noches-empezó el Clásico- vaya peñazo de presentación. Me ha tocado verla porque el Tronco es muy pesado, y no me ha quedado otro remedio. Estoy aquí con una señora que es abogada del estado pasando unos días de vacaciones en Cambrils. Pero bueno Pastranas sólo te quería decir que no pienso comprar tu libro ni aunque me lo regales, pero sin embargo la señora Eufrisina, en fin la dama con la que estoy me ha pedido que le mandes un ejemplar dedicado, en fin lamentable.
-Claro no te preocupes, mañana mismo lo haré….- iba a continuar pero ya había colgado, el clásico es así, parco en palabras, pero no en hechos.
Llegado a este punto Sire, y con franqueza, en lo único que pensaba era en poder hablar con Cordelia, pero para eso tendría que despistar a su susodicho, y mi querido amigo el Príncipe se presto generosamente, como no podía ser menos a echarme una mano. Salimos de nuevo a la gran sala, donde la gente estaba muy animada. Como siempre el Príncipe ejercía un enorme magnetismo entre las multitudes, especialmente las señoras.
-Espera y veras-me dijo-.
Se acerco al susodicho de Cordelia y le enseñó una foto dedicada vestido de Napoleón, el susodicho por supuesto se quedo traspuesto y emocionado, a la vez el Príncipe nos hizo una seña a Cordelia y a mi para que nos alejáramos juntos.
Allí estaba ELLA, frente a mi tan hermosa como siempre. No me importaba nada, el libro, la presentación el resto de la gente, sólo me importaba ELLA, y entonces……como dijo el Maestro Savater quien no sabe escribir novelas escribe biografías, pero en mi caso no se escribir ni una cosa ni la otra.
Saludos S.