jueves, 6 de octubre de 2011

EL BISOÑÉ DE IÑIGO.



Siempre he admirado el gran José María Iñigo, sin duda alguna el mejor presentador de la televisión en España en toda su historia.Me gustaba su saber estar, su perfecta dicción, su naturalidad, en fin un montón de cosas que se echan de menor en la actualidad en las distintas cadenas.

El paso del tiempo, como es normal, también ha tenido consecuencias para Iñigo, ha engordado y además, como ya me parecía a mí, decidió quitarse el bisoñé o peluca y raparse el pelo.Hasta ahí todo bien.

Sin embargo lo que yo no podía imaginar es que incluso en sus momentos de gloria, es decir los años 70 y parte de los 80, ya llevaba peluquín.

Ha sido un golpe muy duro para mí.El caso es que hace unos días, en una de las reuniones gastronómicas semanales con el Viejo Lobo, éste me dio esta noticia.Evidentemente si eso me lo hubiera dicho otra persona lo habría inflado a hostias allí mismo, pero en el caso del Viejo Lobo, son lo que se dice fuentes de toda solvencia.

A lo largo de estos años el Viejo Lobo me ha hecho partícipe de un montón de confidencias que harían retumbar la actualidad nacional, y este ha sido un caso de esos.Yo confío en él, porque es mi amigo, creo que si me dijera que se me estaban desparramando mis pelotas por debajo de los pantalones, pensaría que de nuevo le ha subido la fiebre, pero por si acaso miraría.

Y la verdad es que es el paso de los años lo que te hace apreciar la amistad, a saber lo que son “conocidos y saludados” como decía Josep Pla, de los amigos.

La paciencia, pienso yo,es algo que caracteriza a los amigos de verdad.Me viene a la memoria, un aperitivo-comida de hace casi veinte años en el trabajo, yo bebía los vientos por una bella señorita,a la que adornaban, pensaba entonces, multitud de cualidades no sólo físicas, entre ellas una voluptuosidad controlada, sino también espirituales, pues era una mujer leída, vamos que estaba buena de cojones.Pues bien en esta celebración, para mi sorpresa la atracción era mutua, pero por supuesto yo lo desconocía a pesar de sus claras señales.Y es que tengo que reconocerlo,nunca me he enterado de que le podía gustar a una señorita,hasta que prácticamente no lo tenía con sus labios pegados a los míos.El caso es que debía de ser evidente esta circunstancia para todo el mundo excepto para mi.Por supuesto el Viejo Lobo había sido el primero en percibirlo, como alguien más inteligente y avispado que el común de los mortales, debía de estar muy sorprendido por el hecho de que yo no me diese cuenta siendo tan evidente.

Desde luego si se hubiera encontrado en esa situación el “Clásico”,nos habría ahostiado a los dos.En primer lugar el Viejo lobo por no haberme ahostiado a mí, y en segundo lugar a mi por ser tan corto.Pero sin embargo el Viejo Lobo, ni se enfado, ni nada, tan sólo cuando después le comenté que habíamos acabado intimando la señorita de marras y yo, se sonrió es que el Viejo Lobo es así conmigo, ya lo dije en cierta ocasión,me ha concedido una patente de corso,un salvonconducto,una autorización implícita por la que me tolera cosas que no le permite a la mayoría de la gente, entre ellas, la más importante para mí, su amistad.Espero por lo menos estar a su altura, yo tan sólo y de momento me limito a deleitarme con ese personaje pseudoprogre izquierdoso a mitad de camino entre primo lejano de Rodríguez y sobrino de Suarez,y tengo que reconocer que, como no podía ser menos, es mucho más brillante esa recreación que la chusma progre con su tono impostado y falso.En fin como suelo terminar, un beso cabronazo y ¡ARRIBA ESPAÑA!.

2 comentarios:

El Viejo Lobo dijo...

Sr. Francotirador, no se preocupe demasiado, cada uno tenemos nuestro problema. A mí me ocurre que creo que alguna dama hace por mí, cuando en realidad no es así. Lo que sucede es que esas situaciones nos falta perspectiva, y en la ocasión que cita con la señorita de marras, las posibilidades de que usted tuviera éxito eran tan evidentes que hasta yo me dí cuenta.

Gracias por sus palabras, tan inmerecidas como desproporcionadas. Pero como decía Don Alfredo Di Stéfano el día de su homenaje: "No lo merezco, pero lo trinco."

Y como en algo teníamos que estar de acuerdo, sí, "El clásico" nos hubiera inflado a hostias en aquella ocasión y en ésta también. Aunque él también se hubiera llevado alguna.

Un abrazo, disfrute de su viaje. Y sepa que yo también le aprecio y a la vuelta nos seguiremos burlando de este asqueroso mundo todo lo que podamos. Amén

EL FRANCOTIRADOR dijo...

De nuevo aquí,tras un pequeño periplo italiano.Los elogios hacia usted son merecidos.En cuanto a lo de las damas,ya lo hablaremos en persona.